El efecto dominó de los tiroteos en masa
Mañana es el primer aniversario del tiroteo de Uvalde en el que 19 niños de cuarto de primaria y dos profesoras de la escuela fueron asesinados. Como madre, residente de Texas (en aquel momento), y profesional de la salud pública, aquello me estremeció. Los tiroteos en masa me siguen estremeciendo.
Los defensores de las armas afirman que la probabilidad de morir en un tiroteo en masa es rara. Y comparado con otros tipos de muerte por armas de fuego, tienen razón. Pero son muertes prevenibles. Fallamos también en reconocer el efecto dominó– el impacto perjudicial para los supervivientes y sus comunidades en los años venideros.
El impacto es enorme y de gran alcance.
Impacto en los supervivientes
Como se pueden imaginar, los supervivientes sufren problemas de salud mental después de los tiroteos en masa. Esto es especialmente notorio en niños directamente afectados (oyeron tiros, vieron cuerpos, vieron al tirador) o con factores de riesgo (trauma previo al evento). La literatura científica muestra que los tiroteos en las escuelas producen:
Aumento en la prescripción de antidepresivos hasta dos años después.
Niveles altos de Trastorno por Estrés Postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés); después de un tiroteo en una escuela primaria en 1988, la prevalencia de PTSD entre los niños supervivientes alcanzó el 91% a los 14 meses del tiroteo.
Descenso en los niveles de salud y bienestar generales.
Aceptación de más comportamientos de alto riesgo.
Estas experiencias traumáticas pueden interferir en la educación y el empleo de los niños afectados años después. Tras un tiroteo en una escuela, los niños experimentan:
Aumento del absentismo y repetición de curso.
Menor tasa de graduación de educación secundaria, acceso a la universidad y graduación universitaria.
Menor tasa de empleo y sueldos entre los 24-26 años.
Descenso en los resultados de los test de matemáticas e inglés que persisten hasta tres años tras el tiroteo.
Impacto en los padres de los supervivientes
Luego están los padres de los niños supervivientes. Aquellos que reciben una llamada o un mensaje de texto que dice que ha habido un tiroteo y no saben si sus hijos estarán bien. Se les pide que ayuden a sus hijos a superar este trauma. Los padres de los niños supervivientes reportan:
Reducción del bienestar general; de hecho, vemos este efecto en padres independientemente de que el hijo estuviera involucrado en la tragedia
Aumento de los niveles de PTSD–pesadillas, flashback, ansiedad severa; en un estudio uno de cada dos padres de una escuela primaria reportó PTSD.
Aumento de otros trastornos psicológicos en los años subsiguientes, como se ha visto en padres y hermanos en Noruega tras un tiroteo en masa.
Impacto en los equipos de ayuda
Además están todos los que ayudan en una tragedia– bomberos, agentes del FBI, policías, otros profesores, voluntarios, personal de los hospitales, terapeutas y todos los que ayudan con las repercusiones inmediatas y más.
Lamentablemente, esto se ha estudiado muy poco en la literatura científica. Un estudio reportó aumento del miedo, hipervigilancia y trastornos del sueño en estos ayudantes.
Impacto en la comunidad
Y también tenemos la comunidad más amplia. Vecinos, empleados en supermercados, conductores de autobuses y más que sufren un impacto indirecto. Cuanto más mortal el tiroteo, mayores y más duraderos son los efectos a nivel comunitario. Esto es especialmente cierto en las comunidades más pequeñas porque tienen una mayor proximidad psicológica con las víctimas.
Tras un tiroteo en masa, los miembros de la comunidad reportan:
Sentimientos persistentes de inseguridad
Impacto en los embarazos; las mujeres tienen mayor probabilidad de dar a luz a bebés muy prematuros y de bajo peso.
Descenso en el bienestar comunitario y emocional
En resumidas cuentas
El coste de los tiroteos en masa es tremendo, incluso para aquellos no afectados directamente. Estos sucesos trágicos, como el de Uvalde, dan lugar a una cascada de traumas colectivos que resultan en daños físicos, mentales y emocionales en miles de personas; mucho más extensos y duraderos que lo descrito por los críticos. Si usted los siente como yo, sepa que no está solo.
Love, YLE
Su Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y es consultora para un número de organizaciones, incluyendo los CDC. Por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.