Esto es en lo que nos estamos metiendo
Apelar a la falacia de la naturaleza no es una estrategia viable de salud
Próximamente se celebrará la audiencia de confirmación de Robert Francis Kennedy Jr. (RFK Jr.) para Secretario del Departamento de Salud y Recursos Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos. Una reciente encuesta demostró que el 40% de los estadounidenses lo ven positivamente. A pesar de las innumerables creencias marginales que ha defendido, como que el VIH no causa el SIDA o que la conexión Wi-Fi causa cáncer, su mensaje ha resonado en muchos estadounidenses. ¿Por qué?
Apostamos que hay tres razones principales:
Pasado desconocido: mucha gente no conoce sus posiciones pasadas y sus ideas más marginales.
Pone el dedo en la llaga: está poniendo mayor atención en los problemas que preocupan a muchos estadounidenses (por ejemplo, el aumento de las enfermedades crónicas), parece dispuesto a luchar contra la industria alimentaria y se ha aprovechado las frustraciones que muchos estadounidenses tienen con las instituciones de salud.
Apelar a la falacia de la naturaleza: muchos de sus mensajes están empaquetados en una narrativa muy atractiva que la industria del marketing ha grabado a fuego en nuestros cerebros: “Las cosas naturales son buenas para nosotros y las artificiales son malas.”
Si bien YLE ya se ha centrado en las dos primeras, la apelación a la falacia de la naturaleza merece atención mientras el Congreso evalúa la elegibilidad de RFK Jr. para dirigir una agencia de 1,8 billones de dólares y una política de salud pública de gran alcance. El marketing de la industria del bienestar ha hecho que esta idea sea extremadamente popular, pero como política de salud pública, es demasiado simplista, está sesgada en contra de los avances tecnológicos y potencialmente puede dañar nuestra salud.
Apelación a la falacia de la naturaleza
Muchas de las ideas de salud de RFK se enfocan en un tema central: restar importancia a las amenazas naturales (incluidos los gérmenes) y enfatizar que las cosas artificiales (creadas por el hombre) son el verdadero problema. En su libro reciente, lamenta que la “teoría de los gérmenes” (la idea de que los gérmenes causan enfermedades) haya dominado a la rival “teoría miasmática”, que define cómo “prevenir enfermedades fortaleciendo el sistema inmunológico a través de la nutrición y reduciendo la exposición a toxinas y estrés ambientales”. Considerando este punto de vista, las diversas y aparentemente dispares ideas de RFK comienzan a encajar en un patrón:
Las cosas naturales son buenas (o no son un problema tan grande):
Como secretario del HHS, quiere dejar de estudiar durante 8 años los microbios infecciosos (lo que parece implicar que estos gérmenes naturales no son una amenaza apremiante)
Promocionar la leche cruda (más “natural” que la leche pasteurizada)
Sugiere que el VIH (un virus natural) no es la verdadera causa del SIDA, sino que el culpable es el consumo de drogas
El problema son las cosas artificiales (hechas por el hombre):
Como secretario del HHS, quiere dejar de desarrollar fármacos durante 8 añoa (los fármacos son “de fabricación humana”).
Afirma que la wifi (algo hecho por el hombre) causa cáncer
Afirma que los antidepresivos (medicamentos desarrollados por el hombre) promueven tiroteos masivos
Afirma que los medicamentos antivirales para el VIH mataban a la gente
Afirma que fluoruro en el agua es malo (a pesar de que el fluoruro es un mineral natural, se le ha tildado de “químico” por lo que muchas personas lo consideran erróneamente como “artificial”)
Afirma que las vacunas (fabricadas por el hombre) son no son seguras
Por supuesto, existen algunas excepciones a este patrón. (Por ejemplo, promovió la ivermectina y la hidroxicloroquina, ambos medicamentos fabricados por humanos). Y en algunos casos, identifica correctamente las cosas creadas por el hombre que realmente son problemáticas. (Por ejemplo, afirma correctamente que las bebidas azucaradas y ultraprocesadas como las sodas no son saludables; hay pruebas sólidas de que contribuyen a la obesidad).
Apelar a la falacia de la naturaleza es muy popular en la cultura estadounidense. Es un error lógico fácil de cometer: tantas cosas buenas provienen de la naturaleza (plantas, océanos, alimentos, medicinas) que es fácil pensar que todas las cosas naturales deben ser buenas para nosotros. En un mundo donde la información sobre salud es confusa y muchas veces contradictoria, simplifica las cosas: aférrate a lo que es “natural”. Y muchas veces es cierto: las frutas y verduras frescas son muy buenas para nosotros, y respirar aire contaminado por las industrias no lo es.
Pero si nos paramos a pensar, queda claro que esta métrica demasiado simplista no siempre se sostiene. Las enfermedades infecciosas son naturales y matan a la gente. Muchos antibióticos son “de fabricación humana” y salvan innumerables vidas. El tabaco es natural pero no es bueno para nosotros. Y despreciar las cosas “creadas por el hombre” significa despreciar los avances tecnológicos que realmente ayudan a las personas, como los nuevos medicamentos para tratar el cáncer.
Aún más confuso es que “natural” versus “artificial” es a menudo una distinción arbitraria, y muchas intervenciones médicas son una combinación de ambas. Por ejemplo, los antibióticos naturales como la penicilina se purifican utilizando tecnología creada por el hombre para que la gente no tenga que tomar el moho, y las vacunas son tecnología hecha por el hombre que se basa en las defensas inmunitarias naturales de las personas para combatir las infecciones, dándoles un atajo para que lo hagan.
Lamentablemente, las estrategias de marketing que quieren que compremos, no que pensemos, han grabado esta narrativa de ”lo natural siempre es mejor” en nuestras mentes. El etiquetado de "totalmente natural" se incluye en alimentos, productos de belleza y suplementos para tratar de convencernos de que su producto es más saludable para que lo compremos.
Entonces, ¿cuál es el problema?
El aumento de las enfermedades crónicas en Estados Unidos es una crisis de salud importante que debe abordarse. Pero para realizar cambios que realmente beneficien la salud de Estados Unidos, es fundamental que identifiquemos correctamente qué factores están realmente provocando los problemas.
La fuerte inclinación de RFK hacia la falacia de apelar a la naturaleza, hasta el punto de que preferiría hacer campaña contra la Wi-Fi antes que darle a un paciente con VIH un medicamento que le salvará la vida, no augura nada bueno para diagnosticar consistentemente el origen de los problemas de salud de Estados Unidos.
El coste de hacerlo mal
La apelación a la falacia de la naturaleza a veces acierta, pero otras veces está peligrosamente equivocada. Necesitamos una política de salud que funcione mejor que esto: que reconozca las amenazas que ocurren naturalmente y no ataque las intervenciones hechas por humanos que en realidad están ayudando.
Amenazas a la bioseguridad: una política de salud que no reconoce la amenaza de enfermedades infecciosas naturales deja a nuestra nación expuesta a amenazas de bioseguridad, limitando nuestra capacidad técnica para identificar y responder a nuevos brotes. RFK ya puso en duda las vacunas en desarrollo contra la gripe aviar.
Dinero desperdiciado de los contribuyentes: los fondos de investigación deberían destinarse a las hipótesis más prometedoras con datos que las respaldan, independientemente de que las causas fundamentales y las soluciones sean “naturales” o impliquen tecnología creada por humanos o desarrollo de fármacos. Si millones de dólares de investigación de los NIH (National Institutes of Health, por sus siglas en inglés) se destinan a hipótesis equivocadas, costará mucho dinero sin obtener mucho progreso.
Fuga de cerebros: si RFK realmente decide dejar de financiar el desarrollo de fármacos y la investigación de enfermedades infecciosas como ha declarado, Estados Unidos comenzará a perder científicos que tienen el conocimiento y la capacidad para realizar este tipo de investigación y capacitar a otros.
Aumento de los costos de atención médica: si bien RFK Jr. ha afirmado que no va a eliminar las vacunas, los esfuerzos por socavar la vacunación infantil (ya sea cambiando las regulaciones o sembrando desconfianza) también aumentarán sustancialmente los costos de atención médica ya que las vacunas infantiles han ahorrado en los últimos 30 años unos $540 mil millones de dólares sólo en costos directos gracias a la prevención de enfermedades y estancias hospitalarias, sin mencionar los días de escuela y trabajo perdidos.
Los estadounidenses no están más sanos: por supuesto, el mayor costo de no diagnosticar correctamente los problemas de salud de Estados Unidos es que no se abordan adecuadamente las causas fundamentales y no logramos encontrar soluciones que realmente ayuden.
Una política de salud sustentada en una falacia lógica no cambia fácilmente de opinión cuando está equivocada. Esta es, personalmente, mi mayor preocupación sobre RFK como secretario del HHS: tiene un historial de apegarse a sus opiniones, incluso cuando se muestran claramente pruebas de que ese no es el caso. Por ejemplo, sigue repitiendo el rumor de tres décadas de que las vacunas causan autismo, aunque esto ya se ha estudiado en más de un millón de niños y se ha demostrado que es falso. Si los datos muestran que algunas de sus políticas para la dieta estadounidense o las enfermedades crónicas no están funcionando, en lugar de cambiar de opinión, es posible que se mantenga firme. Aún más preocupante es que ha sugerido que el fiscal general debería presentar demandas por extorsión contra los editores de revistas que toman decisiones de retractación con las que no está de acuerdo. Que el gobierno dicte lo que publican las revistas científicas mediante intimidación legal no augura nada bueno para la precisión científica, la eficacia de las políticas sanitarias o la libertad de expresión.
En resumidas cuentas
A veces lo “totalmente natural” es mucho mejor, pero otras veces la naturaleza intenta matarnos. Necesitamos políticas de salud guiadas por datos que reconozcan los daños tanto de las bebidas azucaradas como de las amenazas infecciosas. Los estadounidenses no deberían tener que elegir.
Sinceramente, K.P.
Kristen Panthagani, MD, PhD es médico de urgencias en Yale. En su tiempo libre, es la credora del blog médico You Can Know Things. Una versión previa de este post se publicó ahí. Puede suscribirse a su blog aquí.
Your Local Epidemiologist (YLE) está fundada y operada por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH PhD, epidemióloga, esposa y madre de dos niñas pequeñas. YLE llega a más de 280.000 personas en más de 132 países y cuenta con un equipo de 11 personas cuyo objetivo principal es "traducir" la ciencia de la salud pública en constante evolución para que las personas estén bien equipadas para tomar decisiones basadas en la evidencia.
Su Epidemiólogo Local está traducido al español por la Dra. Maria Zoco, MD, MPH—médico de familia, consultora de salud pública, esposa y madre de cinco hijos. Trabaja en una ONG que sirve a personas inmigrantes.
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