Musk, Fauci, confianza en la ciencia y cómo hacer que esta sobreviva
La confianza en la salud pública se está erosionando, y las implicaciones tienen gran alcance. Los profesionales de este ámbito debemos arreglarlo.
El fin de semana
Cualquier científico que se haya expresado públicamente durante la pandemia puede decirle que ha recibido de forma habitual mensajes de carácter peligroso. Pero el odio, el resentimiento, la frustración y la ira cristalizaron en un ejemplo concreto el fin de semana pasado: Elon Musk—el hombre más rico del mundo y nuevo propietario de Twitter—escribió el siguiente tuit:
(Mis pronombres son Procesar/Fauci)
Cinco palabras, erróneas en múltiples niveles, que consiguieron más de 1,17 millones de “likes”, 177,000 retuits, y la atención internacional de los medios de comunicación. Cualquiera que se atrevió a discrepar recibió una ola de comentarios grotescos. Incluso Musk se dio cuenta ya que hizo un seguimiento de su tuit original con un: “La verdad resuena”.
Por supuesto, la reacción viral se debe a muchas cosas: los algoritmos de las redes sociales, un país polarizado, la política, la desinformación, las opiniones acerca de Twitter, las opiniones acerca de Elon. También pienso que Elon quiso desviar la atención de sí mismo. Es también un reflejo de la dificultad de los humanos en sobrellevar lo aleatorio; la gente necesita culpar a alguien por la pandemia, por el miedo que han tenido, por las personas que han perdido, o los trabajos o los sustentos que igualmente se perdieron. La reacción viral también fue un indicador de que mucha gente se sintió por fin escuchada.
Todo esto se superpone también con la salud pública. Y su acumulación se ha canalizado en un sentimiento hacia nuestro campo profesional: desconfianza.
Cambio en la confianza
Cada año, Pew Research Center lleva a cabo una encuesta sobre la confianza de los americanos en ciertos grupos. En conjunto, la confianza en los científicos ha bajado durante la pandemia, pero poco. Cabe destacar que ha permanecido más alta que la confianza en profesionales de negocios, militares, directores de escuelas, líderes religiosos, policías y funcionarios electos.
Si comparamos las respuestas basándonos en la afiliación política, sin embargo, la historia es estremecedora: la confianza de los republicanos en los científicos bajó considerablemente. De hecho, 1 de cada 3 republicanos no tiene ninguna confianza.
Es más, el declive de confianza en la ciencia fue más marcado entre los adultos blancos. Los americanos con mayor nivel de educación expresaron opiniones más positivas sobre los científicos que aquéllos con niveles de educación más bajos.
Este es un gran problema, porque la confianza equivale a vidas
Un informe de Oxford valora continuamente factores a nivel nacional que más fuertemente predicen las muertes por COVID-19. ¿La respuesta? No es la preparación frente a las pandemias. Ni el gobierno. Es la confianza interpersonal: una medida de cuánto cree la gente que puede confiar en otro ciudadano al que no conoce todavía. Es decir, la salud pública funcionó mejor en los países con alta confianza interpersonal.
No podemos tener a un grupo que confíe en la salud pública y a otro que no. No es así como funcionan los virus. Las enfermedades infecciosas violan la suposición de independencia —lo que una persona hace afecta directamente a la persona que tiene al lado. Esto no ocurre, por ejemplo, con el cáncer o la diabetes. Todo el mundo tiene que estar en contra del virus, o el virus prospera.
Quizás lo más preocupante es que esta no va a ser nuestra última pandemia. Desde la gripe de 1918, hemos visto enfermedades que emergen cada vez más rápido. La salud pública afecta a nuestras vidas diarias más allá de las enfermedades infecciosas: lo que comemos, los problemas sociales, la violencia por armas de fuego, y otros problemas médicos agudos y crónicos. Necesitamos la confianza de la comunidad para avanzar en cualquiera de ellos.
¿Qué podemos hacer?
Mientras el ámbito de la salud pública supera, reflexiona y digiere los tres últimos años, y sopesa cómo construir un futuro mejor, tenemos que ponernos el objetivo de mejorar la confianza. Como dijo un científico, “ganas la confianza gota a gota, pero la pierdes por cubos”.
Hay que involucrar a todo el mundo. Necesitamos participar en las conversaciones con humildad. Es necesario conversar acerca de falsas dicotomías (confinamientos vs. no hacer nada). Es necesario conversar de enfermedad vs. las necesidades de la comunidad. Una conversación honesta acerca de lo que nosotros ( CDC, epidemiólogos locales, estatales, líderes, comunicadores) hemos hecho bien, mal y por qué.
¿Cómo haríamos esto? Tengo unas cuantas ideas:
Sesiones de escucha. No oir y no hablar, sino escuchar a la gente y a los mensajeros de su confianza que no están en “nuestro mundo”. Hacerlos partícipes de la solución. Será un proceso doloroso e intenso. Pero tiene que hacerse.
Una Comisión de COVID-19 por mandato del Congreso. Hay algo escrito en la ley PREVENT, pero no se sabe si esta ley será aprobada.
Preparación para el futuro. Hay que poner la comunicación en el centro de la preparación de una pandemia. Esto todavía no se hace. Crear la capacidad de comunicación científica eficaz necesita estar en el centro de la estrategia nacional. Como he escrito con anterioridad, hay mucho trabajo por hacer en esta área.
Estoy convencida de que hay más y mejores caminos. Y me encantaría leer lo que piensan ustedes en los comentarios. El hecho es que no hay una única solución.
En resumidas cuentas
Necesitamos entender por qué cinco palabras en un tuit suponen tanto peso en salud pública y amenazan la profesión entera. ¿Sobrevivirá la confianza en la ciencia a la pandemia? Quizás. Depende de los pasos que nosotros, como profesionales de este campo, demos a continuación. Si no ganamos el corazón y la mente de las personas, no ganaremos contra este virus ni el siguiente. La confianza es clave en salud pública. Nuestro trabajo científico depende de ello. Nuestra salud depende de ello. Nuestras vidas dependen de ello. Y todo el mundo tiene que actuar como tal. Y eso le incluye a usted, Sr. Musk.
Love, YLE
Tu Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.