Pecado original antigénico: ¿Son las dosis de refuerzo una amenaza?
Muchas personas están decidiendo si ponerse o no otra dosis de refuerzo. Para tomar esta decisión hay que sopesar riesgos y beneficios. Se han distribuido más de 11,3 billones de dosis de COVID19, así que sabemos con certeza que la gran mayoría de efectos secundarios son leves. ¿Hay otros riesgos con una nueva dosis de refuerzo? Hablemos del “pecado original antigénico” (OAS, por sus siglas en inglés).
Se está hablando bastante de OAS. Me parece que la atención surgió con un artículo de opinión publicado en New York Times antes de Ómicron. Unos pocos clínicos, incluyendo Paul Offit dijeron:
“Es (....) posible que el “entrenamiento” repetido del sistema inmune para luchar contra el virus original pudiera reducir la eficacia de una dosis de refuerzo específica para una variante. Este fenómeno, llamado “pecado original antigénico”, se ha observado con las vacunas de la gripe y del virus del papiloma humano. En otras palabras, para aquellos que no tienen una necesidad inmediata de la dosis de refuerzo, puede ser mejor esperar a que se desarrolle una dosis de refuerzo más alineada con la variante circulante; poner dosis de refuerzo basadas en el antígeno original puede ser contraproducente.
OAS es una de las partes más complicadas e incomprendidas de un sistema inmune complejo de por sí. Así que me he asociado con Edward Nirenberg para “traducir” la ciencia:
¿Qué es OAS?
¿Qué dice la ciencia respecto a SARS-CoV-2?
¿Es OAS un riesgo que debe tenerse en cuenta ante una cuarta dosis?
(Descargo de responsabilidad: Este post ha sido muy difícil de escribir. El más difícil desde que comenzó la pandemia. Es un tema muy complejo en el que incluso doctores en inmunología se confunden (por no hablar de un epidemiólogo. Esto hace que “traducir” el tema sea aún más difícil. Espero no perderlos. Pero si se pierden, vayan directamente al apartado “En resumidas cuentas”. ¡Empezamos!) .
Pecado original antigénico (OAS)
Cuando nos ponemos en contacto con un virus o recibimos una vacuna por primera vez, nuestro sistema inmune desarrolla un repertorio de herramientas. Una de esas herramientas, son las llamadas células B que son fábricas de anticuerpos. Cada célula B fabrica una forma única de anticuerpo y pueden producir cantidades enormes de anticuerpos, si es necesario. Si entra en contacto con otra variante, las células B pueden evolucionar y modificar los anticuerpos para esta nueva variante. Igual que una fábrica puede modificar su producto en la línea de producción.
El sistema inmune quiere deshacerse de una amenaza de la manera más rápida posible. Las respuestas basadas en la memoria funcionan más rápido (al contrario que modificar anticuerpos), así que las células B se ponen a trabajar produciendo anticuerpos frente a las formas que ya han visto antes. Esto se llama impronta inmunológica. En sí misma, no es ni buena ni mala. Únicamente refleja que la primera exposición a un virus que tiene una persona puede tener un efecto notable en las sucesivas respuestas a variantes del mismo virus.
El pecado original antigénico es un tipo especial de impronta inmunológica. En OAS, la memoria previa puede interferir e incluso impedir que se generen anticuerpos contra variantes nuevas. Cómo ocurre esto es algo que no se entiende bien.
Lo que sí sabemos es que el OAS ocurre con otros virus, como el de la gripe. Por ejemplo, la primera gripe que tienes de niño afecta a la forma en que reaccionas a otras variantes de gripe más tarde en la vida. Aunque la respuesta inducida podría ser menos que óptima, puede ser también buena y ofrecer una respuesta más robusta. El gráfico inferior expone este fenómeno bien.
Digamos que un niño de dos años se infecta con una gripe que tiene las formas A,B,C y D en el virus. Ese niño hace anticuerpos contra todas ellas. Después, a los cinco años, se pone en contacto con otra variante de gripe que tiene las formas A,C, E y F. Dada su exposición inicial al virus, solo responde con anticuerpos contra las formas A y C. Aunque solamente reconoce dos formas, la respuesta es más fuerte que la original. A los 20 años, la misma persona se expone al virus con las formas A, D, E y G. Dada su primera exposición al virus (a los dos años), se vuelven a recordar los anticuerpos contra A y D para ahuyentar la infección. No se hacen anticuerpos contra E o G.
También vimos señales epidemiológicas preocupantes durante la pandemia de gripe de 1918. Aquéllos que habían sido infectados previamente por la gripe rusa (esto es, un tipo diferente de gripe porcina) tuvieron peor curso de enfermedad durante la pandemia de 1918 que aquéllos que no se habían infectado previamente por la gripe rusa.
Ya que hemos visto que OAS ocurre con otros virus, en teoría es posible que ocurra con SARs-CoV-2. Y estamos recibiendo estudios científicos nuevos en esta línea.
¿Qué dice la ciencia?
La mejor manera de analizar OAS es comparando a alguien que nunca ha estado expuesto a SARS-CoV-2 e infectarlo con Ómicron. Entonces se compara su respuesta inmune con la de alguien vacunado que se infecta. Que yo sepa, este tipo de estudio no se ha hecho (como se pueden imaginar hay un buen número de consideraciones éticas a tener en cuenta). Así que dependemos de resultados con estudios similares y de valorar OAS indirectamente. Y los resultados son contradictorios.
Por un lado, hay evidencia de OAS con SARS-CoV-2:
Un grupo científico encontró que la exposición a coronavirus (como el catarro común) antes de la pandemia puede afectar nuestra respuesta a SARS-CoV-2. Aunque es importante subrayar que hubo contradicciones internas significativas en este estudio.
Otro grupo encontró que monos con dosis de refuerzo específicas para Beta y Ómicron no tenían protección extra comparado con una fórmula regular de la dosis de refuerzo. Esto sorprende porque Ómicron tiene 32 cambios en la proteína espiga comparado con el virus original. Uno apoyaría la hipótesis de que la vacuna con la proteína espiga actualizada ofrecería protección adicional. OAS puede ser la explicación de que esto no sea así. Es importante destacar también que también hay otras explicaciones de por qué ocurre esto.
Así mismo, hay evidencia científica que demuestra la existencia de OAS solo con la infección y no con la vacunación:
Un estudio encontró que las infecciones de SARS-CoV-2 hacían que las células B recuerden infecciones pasadas por coronavirus (como el catarro común). Las vacunas no producen este efecto. Los autores creen que esto se debe a la localización de la interacción con el sistema inmune: el virus es inhalado y la vacuna se introduce en el músculo, lo que causa menor afinidad.
Por otra parte, hay evidencia que discute la importancia de OAS con SARS-CoV-2 en humanos:
Un estudio interesante encontró que OAS ocurría en ratones pero no en niños. Específicamente, infectaron ratones con el virus del catarro común y los ratones fueron incapaces de hacer anticuerpos contra SARS-CoV-2. Pero los científicos encontraron que los niños con historia de este catarro común si eran capaces de hacer anticuerpos frente a SARS-CoV-2 después de la hospitalización. La respuesta de OAS fue diferente en ratones que en niños.
Más recientemente, un equipo de BioNTech evaluó 3 dosis+infección y lo comparó con 2 dosis + infección. Encontraron que aquellos con 3 dosis+infección tenían un número más alto de anticuerpos neutralizantes y creaban células B de memoria específicas de Ómicron. Esto sugiere una “impronta inmunológica ampliada”-- La memoria anterior no interfiere con la generación de anticuerpos contra nuevas variantes. Aunque cabe destacar que existía todavía algo de impronta, ya que la mayoría de las células B de memoria eran aquéllas de la vacuna original.
Los datos de un grupo de individuos en Stanford y Mongolia reflejan que muchas vacunas de COVID19 (no solo ARNm) presentaban respuestas muy amplias- significativamente mayores que las provocadas por la infección por variantes específicas, lo que sugiere que el sistema inmune tiene vías adicionales de protección frente a a nuevas variantes de preocupación.
Un grupo francés rastreó en humnos la respuesta de anticuerpos contra SARS-CoV-2, en el tiempo. Encontraron que aunque inicialmente las células B recordaban los coronavirus del catarro, iban sucesivamente reemplazando los anticuerpos por los específicos para SARS-CoV-2. Esto, de nuevo, va en contra del papel que pueda desempeñar OAS.
¿Puede una nueva dosis empeorar OAS?
Podemos admitir el hecho de que dosis sucesivas pueden dificultar la respuesta a futuras variantes. Teóricamente, la exposición repetida a una fórmula de una variante antigua puede llevar a nuestro sistema inmune a concentrarse demasiado en las características antiguas y no en las nuevas características. Pero, a pesar de algunas vueltas sorprendentes en la evolución de este virus (como Ómicron), no hemos visto ninguna evidencia convincente de OAS en humanos, lo que son buenas noticias.
En caso de que OAS sí se convierta en un problema (lo que no parece muy probable), hay tácticas que la vacunología puede emplear para solucionarlo. Por ejemplo, científicos dedicados a la gripe han encontrado una manera de estimular la inmunidad seleccionando otras áreas del virus. En la fase I de un estudio, los científicos probaron esta estrategia y OAS no constituyó ningún problema durante más de un año.
En resumidas cuentas
Después de dos años con estas vacunas, no hay evidencia definitiva de que el OAS en humanos sea una preocupación importante con COVID-19. Vemos evidencia de impresión inmunológica, pero no necesariamente de OAS.
Sin saber lo que nos depara el futuro, las decisiones se deben seguir basando en sopesar riesgos y beneficios. La evidencia que llega de Israel muestra un beneficio significativo de la cuarta dosis ARNm ( o segunda dosis de refuerzo) entre adultos mayores. Necesitamos reaccionar a las necesidades de nuestro sistema inmune para que nos siga protegiendo de este virus. La realidad es que para alguien que necesite una dosis de refuerzo, el pecado original antigénico no es una razón para no recibirla.
En resumidísimas cuentas
Si tiene usted alto riesgo, póngase la dosis de recuerdo.
Love, YLE and Edward Nirenberg