Pronosticando la próxima dosis de refuerzo
El próximo debate científico que ya está surgiendo es el de la necesidad potencial de otra dosis de refuerzo: ¿Seguirá mutando SARS-CoV-2 para escapar de la protección de los anticuerpos? ¿Necesitamos otra dosis de refuerzo? Si es así ¿Cuál es la fórmula? Por ejemplo, ¿Necesitamos una vacuna específica para Ómicron? Para cuando se pueda probar la vacuna específica para Ómicron, ya no tendremos Ómicron. Así que, ¿Merece la pena seguir poniéndola en marcha?
Todas las preguntas anteriores son difíciles de responder porque requieren predecir cómo va a mutar el virus. Algunos laboratorios de investigación han comenzado este trabajo y sus hallazgos son nada menos que fascinantes….
¿Continuará SARS-CoV-2 mutando para escapar a la protección de los anticuerpos?
Aunque los virus mutan de muchas formas, cuando hablamos de vacunas lo único que nos interesa realmente es cómo mutan los virus para evadir la inmunidad (la variación antigénica). Según esta perspectiva, hay dos extremos en el espectro de evolución viral:
Gripe: en un extremo tenemos el virus de la gripe. Muta mucho para escapar de nuestra inmunidad y cada 2-5 años nuestros sistemas inmunes necesitan una vacuna nueva para enfrentarse al virus. La nueva fórmula de la vacuna es bastante predecible porque el virus muta de forma escalonada: hay un linaje principal y cada pocos años una nueva variante se propaga y las otras se extinguen. (Mire la representación en el Panel A en el gráfico a continuación). Dada esta progresión escalonada, y aunque nos equivoquemos a veces, podemos predecir bastante bien cómo cambia el virus y, de forma proactiva, crear la fórmula de la próxima vacuna.
Sarampión: en el otro extremo del espectro está el sarampión. Aunque el sarampión muta, no lo hace para escapar de la inmunidad. Evoluciona de forma más ramificada (Mire el panel B del gráfico anterior). No hay presión inmunológica que constantemente obligue a una mutación a superar a la anterior. No hay evolución escalonada. Así, afortunadamente, nuestras vacunas de mediados de los años sesenta todavía funcionan hoy en día.
Pero la gripe y el sarampión son muy diferentes de los coronavirus. Para comprender cómo SARS-CoV-2 puede cambiar para escapar la inmunidad en el tiempo debemos observar otros coronavirus que han estado décadas circulando.
CoV-229E
El laboratorio Bloom exploró cómo otro coronavirus–llamado CoV-229E–evolucionaba con el tiempo. Es uno de los virus del “catarro común” que ha estado circulando desde los años sesenta, o según creemos tal vez mucho antes. CoV-229E es probablemente un buen indicador de lo que pueda pasar con SARS-CoV-2 porque parecen bastante similares. También, y muy importante, es que los dos mutan en gran parte en los mismos espacios físicos. El propósito de este estudio fue valorar cómo evolucionaba CoV-229E con el tiempo, lo que nos puede dar algún entendimiento de cómo SARS-CoV-2 mutará con el tiempo. Y, ¿Qué encontraron?
CoV-229E mutó a lo largo del tiempo siguiendo un patrón claro escalonado, justo como la gripe (vea el gráfico a continuación).
Con el tiempo, las mutaciones de CoV-229E mermaron la protección por anticuerpos. En otras palabras, alguien que solamente se hubiera infectado por CoV-229E en 1984 no estaría bien protegido hoy.
La tasa de desgaste de anticuerpos es altamente variable entre las personas.
Lo que nos dice que deberíamos esperar una evolución en escalera de SARS-CoV-2 en cuyo caso podríamos predecir la próxima variante.
Pero, para nuestra sorpresa, esto no ha pasado
SARS-Co-2 nos ha desconcertado, porque las mutaciones no han evolucionado de forma escalonada. La siguiente variante no ha venido de la anterior: Ómicron no vino de Delta, y Delta no vino de Alpha. El hecho de que SARS-CoV-2 no haya seguido el patrón de evolución de otros coronavirus o de la gripe es increíblemente desconcertante.
Pero (y éste es un gran pero), no ha pasado mucho tiempo para que este patrón se desarrolle. Solo han pasado dos años, y en otras evoluciones, como la de CoV-229E, pasaron periodos de dos años en los que no hubo ningún cambio en la escalera de evolución.
Esperamos que el patrón escalonado surja eventualmente con SARS-CoV-2. Pero como no lo ha hecho por ahora, no sabemos en qué dirección está yendo SARS-CoV-2 lo que hace que predecir de forma proactiva las siguientes fórmulas para las dosis de refuerzo sea un reto y arriesgado (desde el punto de vista financiero y logístico). Lo que nos lleva a la siguiente pregunta…
¿Necesitamos otra dosis de refuerzo ahora mismo?
Hay dos corrientes de pensamiento ahora mismo:
No hay suficiente evidencia de que necesitemos otra dosis de refuerzo. Las dosis de refuerzo están funcionando de maravilla en prevenir enfermedad severa durante la ola Ómicron. Por ejemplo, en el Reino Unido, vemos que incluso 4-6 meses después de la inoculación, la eficacia de la dosis de refuerzo frente a la hospitalización es del 75-85% comparado con solamente dos dosis de la vacuna, lo que tiene una eficacia del 30-35%. Éste es el caso incluso con BA.2 (el sublinaje de Ómicron), donde hay menos escape inmunitario que en BA.1. Lo mismo ocurre con aquéllos que recibieron una dosis original de J&J y una dosis de refuerzo. Un estudio en Sudáfrica encontró que una segunda dosis de J&J fue efectiva en un 85% frente a hospitalización durante el tiempo en el que Ómicron estaba circulando, comparando con un 63% de eficacia de una sola dosis. Además, las células T, nuestra segunda línea de defensa para mantenernos fuera de un hospital, adaptan su respuesta pero tienen menor presión evolutiva que nuestra primera línea de defensa (la protección por anticuerpos). Así que existe la posibilidad de que las vacunas actuales continúen protegiendo frente a enfermedad severa por un tiempo.
Lanzar una nueva dosis de refuerzo. Por otra parte, Israel ya puso en marcha una segunda dosis de refuerzo (no con una fórmula específica para Ómicron) entre aquéllos mayores de 60 años. El Ministerio de Salud Israelí acaba de compartir datos mostrando un descenso en enfermedad severa de 3 veces menos entre aquéllos mayores de 60 años con dos dosis de refuerzo comparado con una dosis de refuerzo durante la ola Ómicron (mire el gráfico siguiente). Mirando al futuro, hay una buena probabilidad de que la próxima variante venga de Ómicron (aunque careciendo del patrón escalonado todavía podríamos estar equivocados). Si Ómicron tuviera suficientes mutaciones para escapar parcialmente de los anticuerpos, la siguiente variante podría escapar del todo. En ese caso, sí que una dosis de refuerzo con una vacuna específica para Ómicron nos prepararía de forma significativa para lo que se avecine.
En resumidas cuentas: Como Yogi Berra dijo, “Es difícil hacer predicciones, especialmente acerca del futuro”. Y SARS-CoV-2 lo está haciendo más difícil por su arbitrario patrón de evolución. El debate sobre dosis de refuerzo que va a tener lugar entre los científicos en los próximos meses es imperativo seguirlo.
Love, YLE and Dr. Jesse Bloom
El Dr.Jesse Bloom, PhD es un científico experto en evolución de virus y profesor en el Centro de Investigación Fred Hutch y profesor afiliado en Genómica y Microbiología en la Universidad de Washington. Con su equipo ha liderado mucha de la investigación citada en el artículo. Además, se ha encargado amablemente de que yo plasme este trabajo complejo de forma precisa para la audiencia de YLE.