Vacunas de COVID-19 y muerte súbita: separando los hechos de la ficción.
Los rumores en torno a las vacunas siguen dando vueltas y la desconfianza en las vacunas persiste. El último ataque viene desde blogs y redes sociales donde se habla de los problemas de corazón y las muertes súbitas después de la vacunación por COVID-19, particularmente entre adultos jóvenes.
Este ha sido un tema constante a lo largo de la pandemia, pero ha vuelto a primera página debido a una serie de eventos: análisis “médico” externo de las vacunas en Florida, vídeos publicados (como Died Suddenly), la muerte de un joven y prominente reportero de fútbol, el incidente de paro cardiaco en la NFL, la muerte de Lisa Marie Presley. De hecho, cada semana, las “muertes súbitas” que no tienen nada que ver con las vacunas se hacen virales.
Dejemos algo muy claro: tenemos más evidencia que con cualquier otra vacuna o enfermedad de la historia de la humanidad de que los beneficios de las vacunas de COVID-19 sobrepasan con creces los riesgos.
Me he asociado con la Dra. Kristen Panthagani, médico, científica y autora de You Can Know Things para abordar este tema. Este artículo es largo, pero nuestra intención es que sea completo, y se ocupe de atajar todos los rumores actuales y del futuro.
Allá vamos.
Muertes según estado de vacunación: ni siquiera se acercan.
Todos estos rumores existen por la creencia de que las vacunas de COVID 19 son gravemente dañinas, con algunos incluso sugiriendo que están hechas con la intención de despoblar el planeta. Si este rumor imaginario tuviera algún valor, esperaríamos que aquellos que están vacunados tuviesen más probabilidad de morir que los no vacunados.
De hecho, vemos exactamente lo opuesto. La semana pasada, la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA) publicó datos que evaluaban todas las muertes (por COVID-19, accidentes de coche, infartos cerebrales, etc) en el Reino Unido, según el estado de vacunación y por grupos de edad. El gráfico siguiente es muy sólido porque permite eliminar el debate de si la muerte era “con” o “por” COVID o cómo murió la persona.
Vean el gráfico de los datos. La historia está clara: las vacunas salvan vidas. (El impacto ha cambiado con el tiempo gracias al sesgo de los supervivientes, un aumento de las tasas de vacunación y la inmunidad inducida por la infección).
¿Qué pasa con los adultos jóvenes?
Uno de los primeros rumores que logró establecerse vino de una observación hecha por las compañías de seguros: En el tercer trimestre de 2021, las muertes aumentaron en un 40% entre los individuos en edad laboral. Algunos se agarraron a esta información como evidencia de que las vacunas de COVID-19, que se habían lanzado a principios de año, fueron la causa del aumento de muertes.
Esta suposición se olvidó de un detalle fundamental–la pandemia. La variante Delta golpeó a los Estados Unidos en el tercer trimestre de 2021, matando a personas de todas las edades.
Un nuevo estudio ha valorado los patrones de exceso de muertes y muertes específicas por COVID-19, en el tiempo, por estado, región y edad. Los científicos han encontrado que el aumento del exceso de muertes comenzó en la primavera de 2020, al principio de la pandemia, y mucho antes de que las vacunas se empezaran a administrar a la población. Es más, el exceso de muertes refleja de forma ajustada las muertes por COVID, incluso en adultos en edad laboral.
(Si se está preguntando por qué hay un intervalo entre las muertes por COVID y el exceso de muertes–según el autor principal del estudio, el Dr. Jeremy Faust, es probablemente “una combinación de muertes accidentales, como una sobredosis, y también, creemos firmemente que cosas como los ataques cardíacos fueron de hecho motivadas por COVID”.)
La unión estrecha entre muertes por COVID y exceso de muertes se vio incluso en Florida (vean la flecha roja en el gráfico siguiente), donde, recientemente se han dejado de recomendar las vacunas ARNm para los hombre de 18-39 años, basándose en un análisis profundamente defectuoso.
También podemos mirar a las muertes clasificadas como “enfermedades del sistema circulatorio” específicamente, que incluyen cosas como ataques de corazón y coágulos en los pulmones. Las muertes por causas circulatorias estaban disminuyendo entre los adultos de 18-39 años antes de la pandemia, pero se dispararon durante el periodo pandémico prevacunal. La introducción de las vacunas se correlacionó con una impresionante inversión de esta tendencia, como se muestra en el gráfico siguiente.
¿Qué pasa con los atletas jóvenes?
Entonces ocurrió el trágico incidente en la NFL–el corazón de Hamlin se paró después de un golpe en el pecho. En minutos, todo se inundó con rumores falsos en relación a las vacunas y la muerte.
En particular, una estadística incorrecta circuló rápidamente por redes sociales: más atletas murieron el año pasado que lo habían hecho en los últimos 38 años.
¿De dónde salió esta estadística? Después de mucho rebuscar, esta vino de una carta publicada por Peter McCullough en la que comparaba muertes súbitas cardíacas (SCD, por sus siglas en inglés) en atletas, de dos bases de datos y en dos periodos de tiempo distintos. Este tipo de diseño de estudio se puede hacer en epidemiología, sin embargo se debe hacer con mucho cuidado y comparar “manzanas con manzanas”. Él no lo hizo con cuidado y comparó “manzanas con naranjas”: comparó jóvenes con mayores, comparó distintas definiciones de muerte súbita cardiaca, incluyó gente que no había muerto por muerte súbita, incluyó a gente que no eran atletas e incluyó gente que no murió.
Fue un desastre de análisis. Pero no importó porque la semilla estaba plantada. El rumor alimentó una información falsa. Y se hizo viral.
¿Qué pasa con los coágulos de sangre?
Claro que también está el vídeo Died Suddenly. Este video pasa rápidamente por docenas de terribles titulares de noticias y videos de gente desplomándose para dibujar un paisaje inquietante de muertes tras la vacuna de COVID-19.
Podríamos escribir un artículo entero desmintiendo este video (o puede leer este). Pero estas son unas cuantas cosas con las que quedarnos:
Si busca en google los titulares de las muertes súbitas del video, está claro que no fueron por la vacuna. Una persona murió en un accidente de coche. Otra murió antes de que las vacunas de COVID-19 estuvieran ni siquiera disponibles. Otra persona se desplomó durante un partido de baloncesto (antes de las vacunas de COVID-19), y nunca murió.
El video, finalmente, da por supuesto que las vacunas ARNm están matando a la gente por culpa de los coágulos en la sangre. Como “evidencia” muestra imágenes en las que se retiran coágulos de los vasos sanguíneos de cadáveres. Sin embargo, no menciona que es totalmente normal que la sangre se coagule después de la muerte.
El vídeo también muestra imágenes de un enorme coágulo siendo retirado quirúrgicamente de un vaso sanguíneo en el pulmón (un embolismo pulmonar), sugiriendo que este coágulo se produjo por la vacuna. Sin embargo, el metraje usado en el video fue robado de un video de educación médica de 2019-demostrando no solo que este coágulo no fue producido por la vacuna de COVID (las vacunas de COVID no existían en 2019), sino también que coágulos de esa magnitud, incluso en gente joven, son un fenómeno bien conocido mucho antes de la vacuna de COVID.
¿Qué pasa con las historias de muerte después de la vacunación?
Si ha pasado mucho tiempo en internet, seguro que se ha encontrado con historias de gente diciendo que un ser querido ha sufrido una consecuencia o ha muerto por la vacuna–por ejemplo, el padre se vacunó y tuvo un infarto de corazón a los pocos días.
Como humanos, estamos programados para encontrar causa y efecto en nuestras experiencias de vida, y la ocurrencia de un suceso de salud grave a los días de una vacunación puede parecer a muchos una demostración simplemente fácil de los efectos negativos de la vacunación. Pero, pese a lo doloroso que es escuchar estos sucesos, y más aún sufrirlos, incluso si todo el mundo recibiera un placebo, este tipo de sucesos están estadísticamente destinados a ocurrir. Incluso si todos hubieran recibido un placebo, habría muertes después de la inyección. Para que no hubiera muertes después de una vacunación, esta vacuna debería no solo ser segura, sino prevenir de hecho todas las muertes por todas las causas posibles.
Para entender por qué, aquí tienen una breve explicación de la falacia a posteriori, y por qué confunde a tantos cuando se refiere a vacunas:
¿Qué pasa con los rumores en torno a los datos de VAERS?
A todo ello se unen los rumores de un posible encubrimiento después de que una solicitud de información (FOIA, por sus siglas en inglés, la ley de libertad de acceso a la información) de la base de datos VAERS de los CDC, afirmara erróneamente problemas en la seguridad de las vacunas en dicha base de datos VAERS (VAERS, por sus siglas en inglés, el sistema para reportar efectos adversos de las vacunas).
Además de los matices recogidos en el video previo, es importante mirar VAERS con cautela. VAERS es un tipo de monitorización llamada “pasiva”. Sigue un sistema de honor que depende de que la gente aporte datos precisos, lo que la gente queriendo (o sin querer) no suele hacer. Por ello, los CDC tienen varios descargos de responsabilidad a lo largo de su página web: “Los informes pueden contener información incompleta, inexacta, fortuita o no verificable”.
¿Cuáles son los efectos secundarios graves (reconocidos) de las vacunas de COVID-19?
Cuando los doctores dicen que las vacunas son “seguras”, no se refieren a que el riesgo de efectos secundarios sea cero (no hay ninguna intervención médica que no los tenga)--se refieren a que el riesgo de efectos secundarios graves es extremadamente pequeño, y que los beneficios de la vacuna superan esos riesgos.
Hay verdaderas señales de alerta de seguridad de las vacunas que se han relacionado de forma legítima con las vacunas de COVID-19:
Reacciones alérgicas graves (llamadas anafilaxia) ocurrieron en 5 casos por cada millón de dosis de vacuna. Esta reacción es tratable, pero puede poner la vida en peligro si el tratamiento no es inmediato.
La vacuna de Johnson & Johnson (que no es una vacuna ARNm) fue relacionada con una probabilidad de 4 entre un millón de desarrollar un tipo específico, muy grave y a veces mortal de problema de coagulación (síndrome de trombosis con trombocitopenia). Esta vacuna de J&J también se asoció con un pequeño aumento del riesgo de síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad autoinmune rara que puede ocurrir tanto por la infección como por la vacunación.
Dados estos riesgos raros pero específicos de esta vacuna de J&J, ahora se recomienda en su lugar la vacunación con vacunas ARNm en vez de J&J.
La miocarditis (inflamación del corazón) en varones jóvenes se ha relacionado con la vacuna. Ocurren unos 100 casos por cada millón de dosis, particularmente después de la segunda dosis. La miocarditis inducida por la vacuna es menos severa que la inducida por el virus mismo, lo que ayuda a entender el contexto.
La semana pasada, la FDA y los CDC anunciaron que están investigando una posible (pero no confirmada) relación entre la dosis de recuerdo bivalente de Pfizer y un aumento del riesgo de infarto cerebral en personas mayores de 65 años, basándose en los resultados de monitorización de una de las bases de datos. De momento, al menos otras cuatro fuentes de datos no han mostrado esta relación.
No todos los efectos adversos han sido relacionados con una muerte, pero algunos sí que lo han sido tras extensas investigaciones. Por ejemplo, nueve muertes se han relacionado de forma causal con las complicaciones de coágulos de la vacuna de J&J. En 2021, un estudio reportó ocho muertes por miocarditis inducida por la vacuna.
Sopese el riesgo de las vacunas con el riesgo de infección
Nadie niega que las vacunas de COVID-19 tengan efectos secundarios raros aunque graves. La pregunta es cómo de graves y con qué frecuencia ocurren, en comparación con la infección.
Las vacunas siempre han sido más seguras que la infección. Un estudio comparó el riesgo inmediato de una vacuna de COVID-19 con la infección. Con la excepción de la inflamación de los ganglios linfáticos, las infecciones eran más predictivas de arritmias cardíacas, ataques de corazón, miocarditis y coágulos de sangre.
El impacto de la infección por COVID-19 en problemas de larga duración se está descubriendo cada vez más. Lamentablemente, estamos a merced del tiempo para poder interpretar esto. Aunque ya hay varios estudios con hallazgos preocupantes:
Un estudio en Italia y España ha encontrado un exceso de mortalidad por todas las causas relacionado con las complicaciones cardiovasculares en pacientes tras la infección por COVID-19.
Un estudio en Lancet ha encontrado que la gente infectada con SARS-CoV-2 tenía un riesgo de muerte tres veces mayor en el año siguiente a la infección que los no infectados. En los mayores de 60 años, el aumento de mortalidad se mantenía hasta el final del primer año tras la infección. Se ha relacionado con el aumento de causas de muerte cardiacas y/o respiratorias.
Un informe de Singapur también ha encontrado un aumento del exceso de mortalidad tras la infección (la gente sin infección reciente no tenía un exceso de muertes), sin embargo no se ha relacionado con eventos cardiovasculares.
Across the globe, COVID-19 vaccines saved more than 20 million lives in the first year.
En Estados Unidos específicamente, las vacunas de COVID-19 previnieron 18.5 millones de hospitalizaciones adicionales y 3.2 millones de muertes adicionales.
En resumidas cuentas
Es extremadamente importante monitorizar la seguridad de las vacunas. Lamentablemente, no hay vacunas libres de riesgo. Hay raros efectos secundarios con desenlace trágico, y deben tenerse en cuenta de forma seria. Pero no se confundan y piensen que estas tragedias raras son hechos frecuentes. Y, desde luego, no se olvide de que las vacunas de COVID-19 han salvado más de 20 millones de vidas en todo el mundo, y lo siguen haciendo.
Love, YLE y Dr. Panthagani
Kristen Panthagani, MD, PhD es médico de urgencias en Yale. En su tiempo libre, escribe en su blog You Can Know Things. Pueden suscribirse a su publicación aquí.
Su Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.