¿Y ahora qué?: Cómo terminan las pandemias
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Parece que Ómicron ha alcanzado el pico en los Estados Unidos y en muchos países del globo. Puede que haya un repunte de casos con la entrada en escena del sublinaje BA.2, pero con un poco de suerte estaremos mayoritariamente en descenso de casos. Y desde luego que noto mi buzón de entrada lleno de preguntas: ¿Es esto el final? ¿Qué va a pasar ahora? ¿Cómo nos preparamos?
Debo admitir que me ha llevado más tiempo de lo que pensaba ordenar mis pensamientos. Estas son preguntas justificadas, sencillas y legítimas con respuestas complejas. Así que, por si sirve de algo, lo intento..
¿Es el final?
Para saber cómo va a terminar esto, necesitamos mirar cómo han terminado otras pandemias. Primero, pongamos atención a la última parte de esta frase…las pandemias terminan. Todas las curvas epidémicas bajan. Esta pandemia terminará también. Quédese con éso.
Sin embargo, “el fin de una pandemia” se ve y se siente de forma muy diferente dependiendo de la época, de la respuesta global, de la respuesta a nivel individual y del mismo virus. En líneas generales, “el fin de una pandemia” puede situarse en tres categorías:
Se desvanece.Ha habido unos cuantos virus que…se desvanecieron. Un ejemplo es SARS. Comenzó en 2002 y aunque estuvo mayoritariamente concentrado en Asia, se extendió por el mundo. Después de escaso año y medio la pandemia de SARS terminó. El virus se frenó gracias principalmente a una respuesta de salud pública efectiva y global: tests, aislamiento y cuarentenas y restricción de viajes. Estas estrategias fueron particularmente efectivas dadas las propiedades intrínsecas del virus: la gente con síntomas transmite el virus, así que si alguien estaba enfermo lo sabía y se aislaba. Esto es distinto de SARS-CoV-2 porque tenemos mucha gente asintomática contagiando el virus. Si el mundo trabajara en conjunto, muy al inicio, podríamos haber erradicado SARS-CoV-2 con medidas de mitigación de salud pública únicamente. Pero esta opción hace mucho que se perdió.
Vacunas.Hemos frenado otros virus con vacunación universal. Por ejemplo, a mediados de los años 40, la polio mataba a unas 60.000 personas al año, lo que equivale a una mortalidad del 15-30% . Entonces, en 1955, se introdujo una vacuna con una efectividad del 90% y la gente se puso en fila para ponérsela. En gran medida esto puso la polio bajo control y para 1979 fue erradicada de los Estados Unidos. La polio todavía existe en pequeños reductos, pero tengo la confianza de que será erradicada pronto del mundo. La viruela es otro ejemplo de libro de cómo erradicar una infección a través de la vacunación. Aunque lleva tiempo. Y trabajo en equipo. Si colaboramos a nivel global, podríamos posiblemente erradicar SARS-CoV-2 con las vacunas. (Aunque ahora que tenemos abundantes reservorios animales ésto se hace prácticamente imposible).
Endemia. Otras pandemias terminan convirtiéndose en endemias como la gripe de 1918. Durante los dos primeros años de la pandemia de gripe de 1918, la mortalidad fue del 10-20% y causó más de 50 millones de muertes en el mundo entero. Con el tiempo, el virus se atenuó, se hizo menos severo. Hoy en día todavía hay cepas de gripe descendientes de la de 1918, pero la mortalidad es aproximadamente del 0,1%. Y como sociedad, hemos aceptado este nivel de mortalidad (aunque no tenemos por qué). Algunos incluso usaron la fiebre en esta pandemia como referencia de “enfermedad leve”.
La mayor parte de los científicos creen que un estado endémico es el futuro de SARS-CoV-2. Yo estoy de acuerdo. Sin embargo, hay un número de ideas equivocadas sobre qué significa “endémico”, haciendo que sea el término más incorrectamente usado de la pandemia, después de “inmunidad de grupo”. El hecho de que la palabra endemia contenga “end”, no significa “final”. No se ha acabado el partido. No significa que no vaya a haber ningún caso. No significa que la curva vaya a ser una línea plana horizontal a partir de ahora. Tampoco significa que no haya daños y muertes asociadas.
Al contrario, endemico significa “estado estable” , estático, no grandes olas, no crisis por estados, no llamadas de ayuda de los médicos en primera línea. Muy importante, endémico no significa libre de sufrimiento. Como el Dr. Aris Kazourakis- virólogo evolucionista- dice elocuentemente:
“ Una enfermedad puede ser endémica y a la vez extendida y mortal. La malaria mató a más de 600.000 personas en 2020. Diez millones contrajeron tuberculosis ese mismo año y 1.5 millones murieron. Endémico no significa ciertamente que la evolución ha domesticado a un patógeno para que la vida retorne a la “normalidad” (...) Ni es garantía de estabilidad: todavia se pueden producir olas disruptivas de infecciones endémicas, como se vio con el brote de sarampión de 2019 en los Estados Unidos.”
No estamos en un estado endémico ahora mismo con SARS-CoV-2. Estamos experimentando oscilaciones a nivel estatal y nacional. La transmisión del virus no es estable. Los hospitales están desbordados. Vemos disrupción en prácticamente todos los aspectos de nuestra sociedad. Ahora cuando alcancemos el estado endémico, no va a haber una declaración. No va a haber un titular de “se acabó la partida”. Ocurrirá de forma pausada. Y no sabremos qué habrá ocurrido hasta que haya pasado. Lo que me lleva a la siguiente pregunta..
¿Y ahora qué?
Este virus continuará saltando de persona en persona y mutará. Tal vez tengamos otra ola, o tal vez no. La presencia, la cadencia y la magnitud de esa ola va a depender de unas pocas cosas:
La infección por Ómicron ayudará, pero no sabemos por cuánto tiempo. Para finales de febrero, Ómicron habrá infectado a unos 36-46% de los americanos. Este nivel de inmunidad, combinado con la vacunación, ayudará, sin duda, a construir nuestra barrera de inmunidad. Aunque la infección ni la inmunidad adquirida por la vacuna son perfectas, si protegen de enfermedad severa acortando el tiempo de infección y disminuyendo la cantidad de virus que se replica en el cuerpo.
Pero Ómicron produce un curso de enfermedad distinto que las variantes previas. El momento y la magnitud de la próxima ola depende parcialmente de la durabilidad y solidez de la inmunidad inducida por Ómicron. ¿Cuánta gente va a mantener una protección sólida tras pasar Ómicron? ¿Cuánto durará la inmunidad?¿Será más corta porque Ómicron ha sido más leve? ¿O será como antes (con una media de 16 meses con gran variabilidad)?
El virus mutará aunque no sabemos cómo. Ahora mismo SARS-CoV-2 está mutando cada dos semanas. Y el virus continuará mutando. Desafortunadamente, los virus no mutan para ser menos severos. Es cierto que Ómicron es menos severo que Delta. Y es un escenario atractivo que el virus continúe mutando a ser menos y menos severo. Pero no está garantizado. Y eso es porque las mutaciones son al azar. No hay pensamiento de alto nivel. El único objetivo del virus es sobrevivir y lo único que permite al virus sobrevivir es la transmisión- la capacidad de infectar y saltar de persona a persona. Si el virus muta a ser más transmisible, y además pone a las personas muy enfermas, eso es lo que hará que se extienda porque la estrategia funciona.
Tiene que haber una respuesta global. Si la pandemia nos ha enseñado algo, es que el mundo está conectado. Lo que ocurre en Sudáfrica (Ómicron), el Reino Unido (Alpha), Colombia (Mu), Estados Unidos (Iota), China (Wuhan variant), nos afecta. Nuestra prioridad tiene que ser no solo el dominio nacional del virus, sino su dominio global.
La mejor forma de hacer esto es vacunando a quien lo necesita: los no vacunados. Sí, enfocarse en cuándo y cómo poner las dosis de refuerzo es importante pero no tan importante como vacunar a los no vacunados que suponen 3 billones de personas. ¿Cómo hacemos esto? Compartiendo las patentes de las vacunas para que otros países puedan fabricarlas y distribuir esta tecnología innovadora. Esto facilitará el alcance de las vacunas. Por ejemplo, el Dr. Peter Hotez acaba de crear una vacuna pediátrica de COVID19, sin fin lucrativo-CORBEVAX- que utiliza antigua pero reconocida tecnología que se puede fabricar y distribuir más fácilmente por el mundo.
Y aunque el suministro y el acceso a vacunas es muy importante, no es toda la historia. Las campañas de desinformación y la falta de información han plagado la confianza en la ciencia y la medicina en el mundo. Por ejemplo, la tasa de vacunación es muy baja en Sudáfrica (30%), pero no por falta de suministro, pero porque la gente no confía en las vacunas. Necesitamos poner mucho esfuerzo en recuperar la confianza en la ciencia a nivel global.
Así que la próxima ola dependerá de la inmunidad inducida por la infección, de cómo el virus mute, y de cómo respondamos a nivel de comunidad global. Hasta cierto punto no importa..si nos preparamos.
¿Cómo nos preparamos?
Reforzamos nuestras herramientas y las usamos con inteligencia.
Aumentar la vacunación. No podemos transmitir el virus que no tenemos. Las vacunas reducen la transmisión de varias maneras. Igualmente aumentamos las dosis de refuerzo. Al mismo tiempo, definimos y evaluamos nuestros objetivos nacionales para vacunación por COVID19. ¿Necesitamos una vacuna específica para Ómicron? Probablemente no. ¿Cómo predecimos cuál sería la siguiente dosis necesaria?¿Cómo respaldamos la siguiente generación de vacunas como la súper vacuna pan coronavirus? También podemos disminuir la tasa de no vacunados acercándonos a los que dudan con empatía y atención. Pero no podemos tener una estrategia solamente basada en la vacunación.
Seguir llevando mascarillas.Las mascarillas, de media, reducen la transmisión un 56%. No es fabuloso, pero tampoco es nada. Si llevamos una N95/KN94/KF94, reducimos la transmisión un 95%. Y esto incluye a los niños en la escuela. No hay evidencia de que las mascarillas produzcan daños físicos o psicológicos. Si hay evidencia, en cambio, de que las mascarillas reducen la transmisión entre niños en la escuela.
Invertir en sistemas de filtración. Los filtros HEPA reducen la transmisión en un 65%. Un filtro HEPA equivale a dos ventanas abiertas (disminución de 2.5 veces en la transmisión). Esto sin duda mantendrá negocios, escuelas y guarderías abiertas cuando llegue, si lo hace, otra variante.
Ampliar la capacidad de hacer test de antígenos. Necesitamos dar herramientas a la gente para romper las cadenas de transmisión. Así que necesitamos mejor acceso a tests. Cuatro tests de antígenos por hogar, gratis ha sido un buen comienzo. Pero no nos podemos quedar ahí. Hay problemas llamativos de equidad en el acceso a test y lo podemos hacer mejor. Una vez que la gente los obtenga, necesitamos que los usen. No hay razón por la que no se puedan usar para aplicar políticas de test-para -quedarse en escuelas o guarderías. No hay razón para usar una PCR para que éso ocurra.
Aumentar el abastecimiento de medicinas. Los fármacos han cambiado las reglas del juego en la pandemia. Aunque no pueden prevenir la infección, son muy efectivos en prevenir la enfermedad severa. Aliviarán el estrés en nuestros sistemas sanitarios. Las medicinas van a cambiar nuestra forma de mirar a la enfermedad como sociedad—COVID19 será tratable. Para abril tendremos un millón de dosis. Para septiembre, 20 millones de dosis. ¿Pero es una cantidad suficiente? El gobierno federal tiene que aceptar el riesgo y asumir que no es suficiente. No deberíamos sin más aumentar el suministro de la pastilla de Pfizer (lo que tiene limitaciones), sino igualmente apoyar a otras compañías a probar ciencia innovadora y de riesgo. Los antivirales son difíciles de hacer, pero nuestro objetivo debería ser tener de 2 a 4 opciones terapeúticas en 2022.
Fortalecer la vigilancia. Para mi sorpresa, las medidas de COVID19 se mantuvieron durante la ola Ómicron: al aumento de la tasa de positividad de test le siguió el del número de casos, igualmente seguido por hospitalizaciones y muertes. El número crudo de casos o test no es de fiar, pero la tendencia es sólida para vigilancia. Sospecho que esto cambiará conforme se hagan más tests. Esto quiere decir que tenemos que reforzar nuestros sistemas de vigilancia de manera proactiva. Hay que desarrollar una plataforma nacional sistemática donde los resultados de los test se puedan documentar. Deberíamos implementar la vigilancia de aguas residuales. Pero se necesitan crear equipos a nivel nacional y darles apoyo para hacer esto.
Comunicar. Necesitamos comunicación de arriba a abajo. La CDC necesita dejar de esconderse y hacer que hablen sus expertos. Necesitamos actualizaciones semanales. Pero más importante aún, necesitamos un plan. Necesitamos desarrollar y comunicar itinerarios y objetivos. Si no lo hacen los oficiales de salud pública, entonces lo hará otra gente. Y si no nos gusta su plan, no tendremos derecho a quejarnos.
Igualmente necesitamos comunicación de abajo a arriba. La gente necesita que se conteste a sus preguntas. Y más importante aún, que se escuchen sus perspectivas. Solo un enfoque multidisciplinar nos va a sacar de esta pandemia. Diferentes perspectivas nos traerán soluciones innovadoras.
No vamos a ponernos todos de acuerdo, pero está bien. De hecho, un tira y afloja es bueno para avanzar. Pero necesitamos escuchar. Escuchar es distinto de oir porque requiere esfuerzo: activo, intencional, enfocado. Esto significa abrir páginas de opinión difíciles de leer con curiosidad. Esto significa digerir una opinión vertida en un show televisivo nocturno. Significa tener conversaciones empáticas on gente no vacunada en vez de sugerir peligrosamente que no se les atienda. Además, esto significa reconocer que nuestra realidad y privilegio no es el de todo el mundo. De hecho, no es el de la mayoría. Así que necesitamos escuchar la perspectiva de las personas inmunocomprometidas y olvidadas, o aquellos con Covid persistente. A las vidas de los trabajadores sanitarios que continúan siendo cambiadas para siempre. A padres de niños no vacunados menores de cinco años. A las familias que tienen que decidir entre compra la cena o comprar un test de antígenos. A aquellos por todo el mundo sin acceso a vacunas. Todos estos grupos lo están pasando mal ahora mismo porque todos queremos que esta pandemia termine pronto, pero no estamos tomando las medidas necesarias a nivel colectivo para que, de hecho, termine.
Si podemos hacer todo lo anterior, podemos mantener la sociedad abierta, mientras las mutaciones enlentencen, con equidad e inteligencia. A nivel individual, hay que prestar atención a la transmisión. Si la transmisión es alta, reforzar las medidas: llevar mascarillas en interiores, considerar la cancelación de eventos grandes, usar frecuentemente test de antígenos, confiar en un resultado positivo y aislarse. Cuando la transmisión sea baja, relajar las medidas: comer en restaurantes, quitarnos las mascarillas, dejar a nuestros hijos jugar en sitios de recreo interiores. Manejamos las olas, al tiempo que simultáneamente, empujamos hacia el final de la pandemia.
En resumidas cuentas:
Habrá un final, aunque no sea como usted lo imaginó. El viaje hasta conseguir la parada depende del virus, de nuestras políticas a nivel de población y de nuestras decisiones individuales. Dependerá de cómo nos preparemos y de si lo hacemos con inteligencia. En conjunto, esto va a determinar cuánta gente más va a morir, cuánta gente va a contraer COVID persistente, cuánto tiempo nos lleve, cuántas mutaciones más vamos a tener, cuántas dosis de vacuna más vamos a necesitar y más importante, cómo nos vamos a mantener cuerdos y unidos. Nuestro camino a un estado endémico no tiene que ser turbulento. Cualquiera que sea ese camino, con el tiempo, llegaremos al final.
Love, YLE