La ciencia (y el negocio) tras la desinformación de COVID-19. Y lo que se puede hacer.
Los rumores en torno a las vacunas de COVID-19 y la muerte, como el video Died Suddenly del que hablamos a principios de esta semana, no ocurren por casualidad. Las campañas de desinformación son deliberadas, a menudo organizadas y muy eficaces en confundir a la gente lo suficiente como para influir en su comportamiento, y por ejemplo, hacer que no se pongan la vacuna de COVID-19. Y es un negocio muy lucrativo. Los rumores perniciosos siguen suponiendo un gran reto para la salud pública, pero no perdemos la esperanza. Se pueden hacer cosas.
Nota: Con desinformación en este artículo nos referimos a la acción y el efecto de desinformar, con intención de engañar o confundir. No a la desinformación por falta de información o ignorancia, sin mala intención. Ambos conceptos distintos del debate científico saludable y positivo.
Panorama
Los rumores, el estigma y las teorías de conspiración relacionadas con la pandemia están por todas partes. Un estudio encontró que en los inicios de la pandemia (abril de 2020), estaban presentes en 85 países y 25 idiomas distintos. ¿Cuáles eran los países con los niveles más altos? La India seguida por Estados Unidos y China.
Los análisis han encontrado que son 12 personas–apodados la “docena de la desinformación”--los responsables del 65% de los rumores, mentiras y afirmaciones engañosas acerca de COVID-19 en redes sociales. Su impacto es más eficaz en Facebook (son responsables del 73% de los rumores en Facebook), pero también se dejan ver por Instagram y Twitter. Un estudio científico publicado en Nature encontró que 1 de cada 4 tweets antivacuna de COVID-19 se inició en la que se hace llamar Children’s Health Defense, cuenta controlada por una sola familia.
Los bots—o cuentas automatizadas en redes sociales usadas para distribuir desinformación en línea—se han usado con éxito para manipular democracias. Se están empezando a utilizar para temas de salud pública como los cigarrillos electrónicos y las medicaciones.
Durante la pandemia, un artículo ha mostrado que aquellas cuentas con información menos fiable sobre coronavirus eran con mayor probabilidad bots. Otro estudio ha encontrado actividad de bots en las semanas previas y posteriores al lanzamiento de las vacunas de COVID-19, tanto a favor como en contra de las mismas. Sin embargo, fue especialmente alta la actividad antivacuna de COVID-19 en las semanas previas a su introducción.
Como ha reportado el Centro para la Seguridad de Georgetown, la amplificación de las campañas de desinformación empeorará con el aumento de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático.
¿Por qué funciona tan bien?
La información falsa llega más lejos, más rápido, y más hondo que la verdad. Un estudio (publicado en 2018, antes de la pandemia) encontró que las noticias falsas se extendían seis veces más rápido que la verdad, alcanzando a mucha más gente, y difundiéndose de una forma más amplia.
¿Por qué las noticias falsas se extienden tan rápidamente? Hay tácticas específicas usadas para asegurarse de que la información se haga viral:
Beneficiarse de las redes sociales. Nuestro ecosistema de información es muy distinto de lo que solía ser. Tenemos redes sociales. Son en gran parte donde la gente obtiene las noticias generales y la principal fuente de información de salud en todo el mundo.
Explotar rápidamente los huecos de información. “La mentira ha dado media vuelta al mundo mientras que la verdad se está poniendo los pantalones”. La cantidad de energía necesaria para refutar tonterías es mucho mayor que la necesaria para producirlas (esto se llama la Ley de Brandolini). Llenar el vacío de información es clave. Lo vimos con el suceso en la NFL, por ejemplo.
Omitir el contexto. Los rumores de las vacunas son intencionadamente vagos, difusos. No se dan detalles específicos; narran estados o enfermedades que pueden parecer lo mismo para una persona no entrenada, pero que un profesional médico distingue claramente (por ejemplo, la miocarditis no está causada por un coágulo). Se mezclan distintas hipótesis que permiten a sus defensores cambiar de una a otra cuando los datos no se presentan como los esperaban.
Grano de verdad. Casi todos los rumores de vacunas tienen un grano de verdad–algo de lo que se cuenta es verdad pero se ha distorsionado, sacado de contexto o exagerado. Por ejemplo, VAERS no dice que más de 18.000 personas hayan muerto tras recibir la vacuna. Sin embargo, se saca esto de contexto dado el sistema de monitorización y la falacia post hoc (ergo propter hoc).
Sembrar dudas sobre el consenso científico. Es bien sabido que esto lo hicieron las compañías de tabaco en los años 60: financiaron estudios falsos. Los investigadores han mostrado que esta táctica se usó de forma intencionada durante la pandemia.
Exagerar quejas partidistas. Harvard identificó que las historias más frecuentes de la desinformación giraban en torno a “élites corruptas”, “amenaza de la libertad” y “libertad de salud”.
Presentar opiniones alternativas como si fueran la opinión dominante. Esto quedó demostrado peligrosamente el viernes pasado cuando la BBC invitó a un destacado antivacunas a la televisión, para hablar de estatinas, y en su lugar desvió la conversación a que las vacunas ARNm llevaban a la muerte. Esto es peligroso porque al ocurrir la emisión en una cadena “legítima” se da credibilidad al rumor. Él lo sabía ya que sigue haciendo gala de que habló en la BBC.
Eficacia
Las redes sociales son un dominio donde se manipulan las creencias y las ideas. El peligro es que esa manipulación se traduce al final en acciones en el mundo real, como el hecho de no vacunarse.
Kaiser Family Foundation ha encontrado que entre junio de 2021 y marzo de 2022, se podían haber prevenido 234.000 muertes con la serie primaria de las vacunas.
El impacto de estos rumores afectará a otras vacunas. Una reciente publicación MMWR encontró que solo 14 estados/territorios tenían ≥ 95% de cobertura de la vacuna triple vírica (sarampión, rubéola, paperas) entre niños en preescolar; 13 estados/territorios tenían < 90% de cobertura.
El peligro es que las enfermedades infecciosas violan la suposición de independencia. Las acciones de una persona impactan de forma directa a la persona de al lado. Lo vemos en el brote de sarampión en Ohio, donde algunos de los niños hospitalizados solo están parcialmente vacunados porque no son suficientemente mayores para la vacuna.
¿Por qué difundir rumores?
¿Por qué alguien extendería un rumor intencionadamente? Es sencillo: Para sacar provecho. Las campañas de desinformación, como las de las vacunas de COVID-19, son un modelo de negocio muy lucrativo. El Centro para Contrarrestar el Odio Digital (CCDH, por sus siglas en inglés) hizo un resumen muy claro. Algunos ejemplos incluyen:
Joseph Mercola utiliza la desinformación para promocionar la venta de suplementos, libros y comida. Durante el punto más alto de la pandemia, promocionó una página web nueva diseñada para prevenir y tratar COVID-19 con remedios alternativos. Su negocio tiene un valor neto de 100 millones de dólares.
Robert F. Kennedy Jr es el líder antivacunas de la pandemia, ya que es propietario de Children’s Health Defense. Ganó más de 1 millón de seguidores en 2020 y el tráfico a sus páginas web subió como la espuma en marzo de 2021 con 2.35 millones de visitas.
¿Qué hacer con la desinformación?
Tratarla como el problema de salud pública que es: inversión, monitorización, prevención, intervención. Establecer colaboraciones público-privadas. Integrar la educación en las escuelas, como en Finlandia, donde se ha empezado a educar a la gente joven sobre la desinformación.
A nivel individual, combatir cada rumor que aparece es como un juego aplasta topo. Los investigadores han encontrado que la educación en tácticas de la desinformación hacen más probable que la gente rechace la rechace. Algunos ejemplos incluyen:
Juegos, como GoViral, enseñan a la gente cómo se manipula la información.
Vídeos creativos, como Truth Labs for Education, educan en diferentes tácticas, como la del chivo expiatorio.
En resumidas cuentas
Doce personas son responsables del 65% de las mentiras sobre las vacunas de COVID-19 en redes sociales. Las campañas de desinformación están coordinadas, son eficaces, lucrativas y cuestan vidas. Esto es cierto durante la pandemia y será cierto con otros problemas de salud pública. Es un problema de salud pública y de bioseguridad. Y hay que tratarlo como tal.
Love, YLE
Su Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.