Verdad, confianza y esperanza: ¿por dónde empezamos?
La semana pasada asistí a la Cumbre del Premio Nobel “Verdad, Confianza y Esperanza”, organizada por la Academia Nacional de Ciencias, sobre integridad en la información en las ciencias. Últimamente, he asistido a bastantes eventos similares donde se habla del impacto de la desinformación en la verdad, la confianza y la esperanza. Siempre surgen los mismos temas, así que aquí tienen mis reflexiones.
La desinformación es un problema grave
Ahora la verdad se puede debatir. El mayor reto actual de la comunicación científica es que la verdad está establecida por grupos de colegas, que defienden cada uno su verdad aunque sea errónea o sesgada. Por ello, las informaciones falsas o erróneas están erosionando la confianza del público en la ciencia, constituyendo una amenaza para el planeta, y costando vidas. Este problema va más allá de una pandemia—el cambio climático, las vacunaciones rutinarias, la violencia por armas de fuego, la salud reproductiva. Todo el mundo—el sector privado, el gobierno, los investigadores y las comunidades nacionales e internacionales—están, con razón, preocupados.
La inteligencia artificial (IA) lo va a empeorar
Los problemas acaban de comenzar. Antes de la IA, las noticias falsas se extendían en redes sociales a una velocidad 6 veces mayor que la verdad. La IA va a acelerar la velocidad, el alcance, la complejidad y la innovación de las informaciones falsas o erróneas. Creará un contenido más eficaz para jugar con las emociones humanas, y por tanto, hacerse viral y cambiar el comportamiento humano.
Un ejemplo claro surgió la semana pasada cuando una imagen generada por AI mostraba una explosión en el Pentágono que afectó al mercado de valores.
Además, con el uso de la IA, va a disminuir la seguridad para aquellos que estamos en primera línea de la comunicación. Las mentiras graves generadas por IA harán imposible discernir lo que es verdadero de lo que es falso. Las amenazas y las campañas de desprestigio van a empeorar. Por ejemplo, un presidente de otro país compartió fotos pornográficas falsas de un periodista que cubría una historia destacada.
¿Cuál es la información verdadera? ¿En quién podemos confiar? Cada vez va a ser más difícil responder a estas preguntas.
Mucha charla, poca acción
Se habla mucho de este problema. Hay mucho pesimismo en las posiciones de liderazgo.
Y no creo que esto sea útil. Sabemos lo que hay que hacer, aunque yo me voy frustrando cada vez más con la falta de acción. Necesitamos coordinar y organizar una respuesta proactiva y reactiva que se ocupe de la bioseguridad de una manera:
Proactiva. Hay que evitar que se formen informaciones falsas o nulas en primer lugar. El público tiene, legítimamente, muchas preguntas sobre la salud. Con frecuencia, no pueden encontrar respuestas oportunas o fáciles de entender, lo que da entrada a la desinformación. En salud pública, este es nuestro punto de partida, dado que tenemos muy pocos recursos sobre el terreno. Hay que anticipar las preocupaciones y debatirlas a nivel nacional. Hay que escuchar e implementar una comunidad de práctica, formación y comunicación en lenguaje de a pie. Hay TANTO que podemos hacer, pero no nos estamos moviendo. Por ejemplo, ¿qué estamos haciendo en este momento para comunicar y anticipar las informaciones falsas en torno a la vacuna de VRS en otoño?
Reactiva. Ofrecer información precisa, oportuna y empática no es suficiente. Es necesario suplementarla con acciones que combatan la desinformación y las informaciones falsas con monitorización, educación y apoyo.
Hay voluntarios, mensajeros de confianza, y empresarios haciendo un trabajo realmente fantástico en ambos sentidos. Pero el apoyo que reciben está muy por debajo del nivel óptimo, por decir algo, lo que compromete la sostenibilidad de su trabajo.
Todo el mundo tiene un papel que desempeñar
Se está señalando mucho. Cada uno piensa que es el otro el que debería de estar haciendo algo al respecto. Y, aquellos que están haciendo algo, reciben muy poco apoyo a su trabajo. La implicación de las instituciones es necesaria si queremos una solución a largo plazo:
Gobiernos. Necesitamos un Congreso valiente. En EE.UU, además, otras entidades tienen también una función que desempeñar: el Instituto Nacional de la Salud (NIH–por sus siglas en inglés–educar a los científicos a comunicar y explicar la información científica o priorizar la investigación en este campo), la FDA y los CDC (anticipar las necesidades de información de los ciudadanos), el Departamento de Salud y Servicios Humanos (DHHS—por sus siglas en inglés—crear, promocionar y mantener redes de comunicación), el Departamento de Defensa (crear un sistema robusto, bien financiado de monitorización para entender dónde, cómo y qué desinformación está circulando en tiempo real), el Departamento de Educación (fortalecer la integración de la educación STEM—por sus siglas en inglés, ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas ). Los gobiernos estatales también tienen un papel que hacer con sus juntas médicas y la acción a nivel local.
Instituciones académicas: hay que recompensar la comunicación científica y la traslación del conocimiento a través de la formación y la capacitación. Elevar esta habilidad social en el ejercicio de la profesión, por ejemplo ¿dónde lo pondríamos en un CV?
Empresas privadas: algunos de los mayores problemas no vienen de la gente sino más bien de las estructuras de recompensa de las plataformas sociales. La industria privada necesita ponerse las pilas: ¿es este el futuro que verdaderamente queremos? Lo más fácil de conseguir es la transparencia: moderación de contenidos, impacto de los algoritmos, procesamiento de datos y políticas de integridad.
En resumidas cuentas
Tenemos un problema y nos estamos moviendo al ritmo de un caracol, apoyándonos en voluntarios eficaces que piden a gritos, al borde del abismo, que se les apoye. Tiene remedio, pero la falta de acción está afectando al progreso. Gobierno, empresas privadas, instituciones académicas—hagan algo. Esa es la manera de avanzar hacia la verdad, la confianza y la esperanza.
Su Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y es consultora para un número de organizaciones, incluyendo los CDC. Por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.