Si hace cuatro años alguien me hubieran preguntado– a mí, una epidemióloga anónima—cuál sería mi mayor sorpresa durante una pandemia, nunca hubiera adivinado mi respuesta de hoy: la comunicación científica. No solo la necesidad, si no el cómo y el qué.
Eso es porque nunca recibí formación para ello. Al igual que muchos (si no todos) de los que ejercen en salud pública. No es una competencia esencial en nuestro campo lo que quedó más que claro durante nuestro mayor examen, la pandemia. Hemos perdido décadas de confianza.
Aquí tienen una lista de lecciones que he aprendido en los últimos 3 años y medio.
(por si se lo perdieron, este artículo sigue al de la semana pasada sobre las lecciones que aprendí en la pandemia, de modo más general)
La necesidad
En febrero de 2020, la OMS consideró la “infodemia” una amenaza de salud global. Echando la vista atrás, no podría estar más de acuerdo.
La desinformación es un reto enorme, pero la comunicación proactiva es aún más crítica. No se trata de apagar fuegos sino de prevenirlos. Traer consigo al público en la ruta de descubrimiento científico.
Hay que separar comunicación científica del apoyo a una causa. Eso si se desea alcanzar a público con distintas ideas.
Las comunicaciones mejores y más eficaces, especialmente durante emergencias, son aquellas impermeables a presiones externas. Y eso es raro de encontrar.
El cómo
Traducir el conocimiento es un arte, un equilibrio entre detalle y claridad. Huir de los detalles pero sin subestimar al público.
La gente no escucha a una pared, ni deberían hacerlo. Merecen ver una cara. Una voz. Alguien real y consistente. Dar confianza para recibir confianza.
Escuchar es distinto de oir. La comunicación tiene que ser bidireccional. La gente tiene millones de preguntas legítimas. Búsquelas y acérquese desde la empatía.
Los mensajeros de confianza para una comunidad lo son todo. Párrocos. Profesores. Clínicos. Y, si, incluso Trump. El contenido debería difundirse a través de las redes de movimientos comunitarios.
Uno comete errores. Hay que reconocerlos.
La comunicación científica conlleva cantidades absurdas de tiempo y energía. “Una mentira habrá dado la vuelta al mundo antes de que la verdad se haya puesto los pantalones”.
El qué
Averiguar de qué hablar es difícil pero aún más lo es averiguar de qué no hablar.
Anticipar necesidades, intereses y preguntas antes de que entre en escena la desinformación.
Comunicar la incertidumbre es una obligación. ¿Qué sabe? Pero aún más importante, ¿Qué no sabe? Y ¿cómo va a buscar la respuesta?
Las palabras importan. Hay una razón por la que usted no encontrará la palabra “desinformación deliberada” o “teoría conspiratoria” en ciertos artículos de YLE/Su Epidemiólogo Local (como aquí, y aquí).
Por debajo de 1.000 palabras. Con viñetas. En negrita. Con encabezamientos. (El libro Smart Brevity me cambió la perspectiva completamente).
Los datos sin contexto no tienen sentido.
Aporte soluciones siempre. Incluya llamadas a la acción.
En resumidas cuentas
Estoy segura de que los especialistas en comunicación se están riendo de esta lista: nada de esto es nuevo. Pero es nuevo para mí (para nosotras). Y es nuevo para la salud pública y ese ha sido precisamente el problema.
Espero que el campo de la salud pública reconozca la necesidad e implemente cambios de forma urgente. De otra forma, no podremos culpar a nadie más de la pérdida de confianza que a nosotros mismos.
Love, YLE
Su Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y es consultora para un número de organizaciones, incluyendo los CDC. Por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.