¿Dónde (y cómo) debatimos la ciencia de las vacunas?
El fin de semana tuvo lugar una pelea en torno a las vacunas. Robert F. Kennedy, Jr—candidato presidencial y conocido desde siempre por esparcir viejos y aburridos rumores sobre las vacunas—tuvo una conversación con Joe Rogan en su podcast. La conversación saltó a las redes sociales donde Rogan finalmente retó al Dr. Peter Hotez—científico dedicado a las vacunas y nominado al Premio Nobel— a debatir a RFK Jr. sobre rumores de vacunas que ya se han discutido docenas de veces.
Todo el mundo contribuyó: desde Elon Musk amplificando la conversación, a Mark Cuban llamando acosador a Rogan hasta asediadores confrontando al Dr.Hotez en su casa y presionándole para que debata.
Pese a todo el alboroto, el Dr.Hotez se mantuvo firme; no tragó el cebo. No va a debatirse con nadie. Pero sí que propuso una alternativa: ir al show de Rogan a hablar de vacunas pero sin RFK jr.
El Dr.Hotez dio 100% el paso adecuado.
Aquí tienen el por qué. (Se lo traigo desde mi propia experiencia en las trincheras).
El dilema
No hay ninguna duda de que los rumores y las falsedades en redes sociales afectan al comportamiento. Como científico, es realmente tentador abordarlos porque estamos profundamente afianzados en los datos. Podemos ayudar ¿verdad?
Pero la parte más dura de abordar estos rumores es, de hecho, decidir cuándo hacerlo. Hay beneficios pero también grandes riesgos:
Puede crear una sensación falsa de equivalencia. Cuando los expertos científicos se debaten con aquellos que promueven opiniones que son, de manera demostrable, falsas y extremas, pueden crear la impresión de una controversia científica legítima donde no la hay, confundiendo al público.
Efecto contraproducente. Es muy fácil que estas discusiones suban de tono, lo que desencadena mecanismos de defensa psicológica, haciendo aún más difícil que la gente aprenda. La gente no piensa de manera tan lógica cuando está enfadada o siendo insultada.
LLeva mucho tiempo. “Una mentira habrá dado la vuelta al mundo antes de que la verdad tenga la oportunidad de ponerse los pantalones”. El tiempo y la energía de los científicos es limitada, y muchos científicos que se dedican a abordar estos rumores lo hacen en su tiempo libre. Elegir qué debates merecen la pena es importante.
Puede ser personalmente peligroso. Presentarse ante una audiencia hostil puede llegar a ser físicamente peligroso. Un científico amigo cercano de YLE que presionó contra Rogan durante la pandemia tuvo que huir con su familia después de que el FBI detectara amenazas de muerte.
Los debates en directo premian el encanto, no los datos
Entendemos por qué muchos prefieren los debates en directo—son más accesibles y entretenidos que el lento y cuidadoso trabajo de la ciencia.
Aunque los científicos son grandes argumentadores profesionales (de hecho, el debate está arraigado en la definición de ciencia), el debate científico no se hace normalmente de la misma manera que el debate político entre candidatos compitiendo por su voto o como en los equipos de debate de la preparatoria.
En su lugar, el debate científico se hace por lo general de manera escrita y se enfoca en preguntas científicas muy específicas. Esto permite que se presenten los datos de forma cuidadosa y citando las fuentes. Puede ser lento, y aburrido, pero es mucho más eficaz.
Los debates en directo pueden desviarse cuando los argumentadores usan falacias y trucos retóricos dando apariencia de “triunfo” cuando en realidad no llevan a ninguna parte. Los dos hemos experimentado el callejón sin salida de este tipo de debates:
Cambiar las reglas del juego. Tan pronto como una pregunta se responde adecuadamente con datos, se cambian las reglas del juego y se encuentra una nueva excusa de por qué la respuesta no es satisfactoria. Esto se repite hasta la saciedad así que no hay ninguna cantidad de respuestas o datos que jamás se considere “suficiente”.
“Manguera de falsedades” (o firehosing, en inglés). La estrategia de lanzar grandes cantidades de rumores a los científicos a la vez, de manera que es imposible debatir todas.
Hipótesis infalsificables: afirmaciones que son imposibles de demostrar como incorrectas, no porque sean correctas sino porque son inestables. No hay suficiente cantidad de investigación que lleve jamás a una respuesta.
Cambio rápido de tema: cuando una demanda se contesta satisfactoriamente, en vez de reconocerlo y aprender, se introduce un tema nuevo.
Ataques ad hominem: en vez de debatir los datos o demandas científicas, se ataca al científico. (LLamarles cómplices farmacéuticos es común).
Confusión de los estándares de evidencia: para que un debate exitoso de ciencia tenga lugar, ambas partes deben estar de acuerdo en cuánto peso se le da a cada tipo de evidencia (anécdotas frente a estudios observacionales frente a ensayos controlados aleatorios, etc). Cuando una de las partes sostiene que una anécdota informa más que un ensayo aleatorio controlado, es muy difícil tener una discusión útil.
Los “debates” de este tipo son dañinos. No ayudan a la gente a descubrir lo que es verdad; confunden y dividen.
Algunos debates merecen la pena.
¿Cómo saber la diferencia?
Una comprobación rápida: ¿los participantes están dispuestos a cambiar de idea si se presenta un argumento válido? Con este tipo de personas merece la pena hablar. Pero si alguien solo se dedica a repetir el mismo rumor cansino, pese a que se haya estudiado y abordado una y otra vez sin encontrarle ningún mérito, probablemente el debate con esa persona no va a ser particularmente útil.
Además, el tema a debatir es importante. Más allá de las vacunas, es importante que la ciencia no se polarice por motivos políticos o religiosos. Por ejemplo, un estudio encontró que debatir GMOs (organismos modificados genéticamente, por sus siglas en inglés) algo que no se ha ligado a la política o la religión puede hacer que se cambie de opinión. Sin embargo, un debate sobre la evolución (que ha sido vinculado a la religión) o el cambio climático (que ha sido politizado) es mucho menos eficaz.
Mucha gente está buscando respuestas legítimamente
Cientos de miles de personas realmente querían tener este debate de las vacunas. ¿Por qué?
Una mezcla de cosas: pérdida de confianza severa, enfado contra la industria farmacéutica, enfado contra la pandemia, los científicos, el tribalismo, y algunas personas de verdad tienen preguntas sin contestar.
Existen preocupaciones legítimas. De hecho, la gran mayoría de las personas que tienen preguntas o dudas sobre las vacunas no niegan abiertamente que las vacunas sean beneficiosas. Están en algún lugar del espectro.
Dar respuestas a los que tienen preguntas válidas tiene que ser nuestra prioridad como científicos. Necesitamos ponernos al nivel de cada persona , contestar a sus preguntas desde la empatía y no la condescendencia, preparar a mensajeros de confianza, y anticipar las preocupaciones para prevenir la información sin validez y llena de rumores falsos.
El objetivo debería ser siempre fomentar una sociedad que valora el pensamiento crítico, el razonamiento basado en la evidencia y la diseminación de información científica precisa. Para hacer esto, nosotros los científicos necesitamos poner en orden nuestra propia casa. Necesitamos hacer la ciencia más accesible, más entretenida, y con los pies en la tierra a la vez que mantenerse fiel a los estándares de la integridad científica.
En resumidas cuentas
El Dr.Hotez tomó la decisión adecuada. “Ten un debate conmigo o eres un cobarde” no va a avanzar el conocimiento. Y, normalmente, tampoco va a ayudar a aquellos en la mitad del espectro que siguen con preguntas sin contestar. Las convicciones profundamente arraigadas, los ambientes hostiles y la falta de dominio lo hace contraproducente y peligroso en el mejor de los casos. Dados nuestros límites de tiempo y recursos, nuestro foco tiene que estar allá donde realmente marca la diferencia.
Love, YLE y KP
Por si se lo perdió:
La ciencia y el negocio tras la desinformación de COVID-19. Y lo que se puede hacer.
Vacunas de COVID-19 y muerte súbita. Separando los hechos de la ficción.
Kristen Panthagani, MD, PhD es médico de urgencias en Yale. En su tiempo libre, es la credora del blog médico You Can Know Things. Una versión previa de este post se publicó ahí. Puede suscribirse a su blog aquí.
Su Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y es consultora para un número de organizaciones, incluyendo los CDC. Por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.