¿Necesitamos una dosis de refuerzo esta primavera?
Hace casi ya 6 meses que se iniciaron las dosis de refuerzo bivalentes. Mucha gente se pregunta: ¿necesito una dosis de refuerzo esta primavera?.
La respuesta se centra en torno a otra pregunta: ¿cuál es el propósito de las vacunas? Y, ¿cambia el propósito dependiendo de la edad o el estado de salud?
El propósito de las vacunas
El mes pasado, la FDA y los CDC dejaron claro que la finalidad principal de las vacunas es prevenir la enfermedad severa y la muerte. La disminución de la infección y la transmisión son un regalo en este momento; la protección frente a la infección es solo temporal.
Esto tienen sentido para la gente más joven y más sana. Además, hay tres razones fundamentales por las que este grupo se mantiene fuera del hospital por COVID-19:
Inmunidad híbrida: Es más probable que la gente más joven se haya infectado. La gente vacunada y con historia de infección tienen una protección más duradera.
Tienen menos probabilidad de comorbilidades: sus sistemas inmunes están menos desgastados.
Un sistema inmune robusto, particularmente las células T. Sus timos (los órganos que producen las células T) aún no han involucionado a un amasijo de grasa.
Esto quiere decir que aunque los anticuerpos disminuyen después de 5-6 meses, la protección frente a enfermedad severa se mantiene.
La historia es distinta para las personas inmunodeprimidas y otros grupos de muy alto riesgo, como personas mayores con comorbilidades. La finalidad de las vacunas en este grupo debería ser también prevenir la enfermedad severa y la muerte. Sin embargo, uno podría argumentar que para conseguir eso, también necesitamos prevenir la enfermedad.
Hay una razón fundamental para entender esto: la infección por SARS-CoV-2 puede exacerbar enfermedades subyacentes potencialmente fatales, como la insuficiencia cardiaca o la diabetes. La protección frente a virus y enfermedades subyacentes se basa en la actuación rápida de los anticuerpos, antes de que se tire del sistema inmune en todas las direcciones. Si se tira de él en todas las direcciones es cuando se puede llegar a la hospitalización y la muerte.
Personas inmunodeprimidas
El 25% de las hospitalizaciones actuales por COVID-19 son personas inmunodeprimidas (que constituyen un 3% de la población general). Hay realmente dos subgrupos en los que pensar:
Los que no responden a las vacunas. En este momento, este es un grupo muy reducido de personas, por ejemplo, receptores de transplante de órganos. Algunos que no respondieron a 2 o 3 dosis, acabaron respondiendo a 4 o 5 dosis. Para el resto de los que no responden, podríamos argumentar que no tiene sentido seguir poniéndoles más dosis de refuerzo, pero los inconvenientes de hacerlo son bajos.
Aquellos en los que la protección baja rápidamente. La mayor parte de las personas inmunodeprimidas pertenecen a este segundo grupo. La vacuna funciona, pero no también ni por tanto tiempo. Para este grupo, la eficacia de la vacuna frente a hospitalización con la cuarta dosis alcanza el máximo con un 51% entre 0-2 meses, bajando entonces al 28% por 2-4 meses. (la vacuna bivalente puede que aumente la protección y la duración pero no lo sabemos todavía)

Hay pocas desventajas de vacunar a este grupo cada seis meses. Es posible de hecho que las personas inmunodeprimidas estén protegidos de alguna manera frente a la impronta inmunológica por la respuesta enlentecida de su sistema inmune.
Personas mayores con comorbilidades
Las personas mayores de 65 años contribuyen cada vez más a la proporción de muertes conforme pasa el tiempo. Entre los adultos hospitalizados por COVID-19, el 96% tenía al menos una enfermedad subyacente.
Esto se debe a que 2 de las 3 paredes inmunitarias de defensa tienen más “agujeros” que en la gente joven. Además las comorbilidades aumentan con la edad, por lo que su sistema inmune en general está más sobrecargado.
Así que este sería el otro grupo en el que querríamos evitar la infección para prevenir la enfermedad severa.
Los últimos datos de la reunión de ACIP muestran la disminución de la protección frente a la infección en este grupo después de 4-5 meses. Como recoge la diapositiva siguiente, la inmunidad y la respuesta a la vacuna son diferentes en adultos mayores, los patrones de eficacia vacunal, incluyendo la disminución del efecto, puede ser distinta en adultos mayores, y aún no se sabe cómo es el declive de la eficacia de la vacuna bivalente frente a hospitalización, incluso en este grupo de adultos mayores.
Lo mejor es que vemos claramente que el riesgo de enfermedad severa disminuye de forma dramática incluso en los más mayores con la vacunación. De hecho, muy poca gente que esté al día con sus vacunas está en el hospital actualmente. Sin embargo, ¿cambiará esto con el paso del tiempo? Cuánta ayuda adicional suponga cada vacuna de refuerzo (o no suponga) es algo de lo que no tenemos buen entendimiento prospectivo.
¿Qué están haciendo otros países?
Canadá y Reino Unido han ofrecido la vacuna bivalente a los siguientes grupos esta primavera. Hasta donde sabemos, esta decisión no se basa en nuevos datos sino más bien en un razonamiento similar al que he descrito en los puntos anteriores.
En ambos países han usado un lenguaje poco definido: la gente “puede”, en vez de “debería”, ponerse una dosis de refuerzo 6 meses después de su última dosis.
Personas de 75 años o más.
Residentes en residencias de mayores.
Mayores de 5 años con un sistema inmune debilitado.
Personas de 80 años o más.
Residentes en residencias de mayores o personas con necesidades médicas complejas.
Personas de 18 años o más que estén moderada o severamente inmunodeprimidos.
Personas de 65 a 79 años, particularmente aquéllos sin historia de infección por SARS-Cov-2.
¿Será necesario hacer esto cada 6 meses hasta que veamos patrones predecibles de COVID-19? No lo sabemos. La OMS se reúne en Ginebra esta semana para hablar de las recomendaciones de la vacuna de COVID a nivel global, de ahora en adelante.
En resumidas cuentas
Si usted es una persona inmunodeprimida y/o un adulto con una enfermedad subyacente (y han pasado 6 meses desde que tuvo la infección o se puso la última dosis), ponerse una dosis de refuerzo en primavera puede ser una buena idea para estar preparado frente al virus. ¿Será esta la recomendación en los Estados Unidos? No lo sabemos. Hay rumores de la FDA lo está debatiendo a puerta cerrada. Ojalá tengamos una respuesta pronto. Aunque como pueden ver no es una decisión directa.
Love, YLE y JF
El Dr. Jeremy Faust, MD, MS es un médico de urgencias en Boston, un investigador en salud pública y experto en política sanitaria, escritor, marido y papá de una niña. Su Substack, “Inside Medicine” une su experiencia clínica en primera línea con análisis incisivos y originales de los datos emergentes, ayudando a la gente a entender temas complicados e importantes. Para suscribirse a su boletín siga este enlace.
Su Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y es consultora para un número de organizaciones, incluyendo los CDC. Por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.