COVID persistente: actualización y estimación del riesgo
A principios de este año escribí una serie de cuatro artículos acerca del Covid persistente: carga de enfermedad; impacto en los sistemas corporales, como el corazón; Covid persistente en niños; predictores de Covid persistente y tratamiento. El artículo de hoy es una actualización–retomo el tema donde lo dejé, así que les recomiendo que empiecen por leer esos artículos primero, si no lo han hecho aún.
El riesgo individual de muerte por una infección de COVID-19 es ahora casi igual que de gripe gracias a las vacunas, la inmunidad y los tratamientos. Sin embargo, la muerte no es el único resultado de SARS-CoV-2. El COVID persistente–la persistencia de síntomas después de la infección más allá de tres meses–es aún una amenaza para una vida saludable y próspera.
Carga general de enfermedad
Un estudio reciente revisó más de 54 estudios de Covid persistente (lo que supuso un total de 1,2 millones de personas) y encontró que el 6% de los individuos que tuvieron infección sintomática por SARS-CoV-2 experimentó COVID persistente en 2020 y 2021. Este resultado es consistente con un estudio enorme en Suecia (2020-2021) que encontró que la proporción de individuos con COVID persistente fue del 1% en individuos no hospitalizados, del 6% en individuos hospitalizados y del 32% en aquellos tratados en UCI.
Actualmente el Reino Unido estima que el 3% de la población general tiene COVID persistente. En Estados Unidos, la carga de COVID persistente a nivel de población ha sido tradicionalmente difícil de captar. Pero en agosto de 2022, la Oficina del Censo de Estados Unidos añadió cuatro preguntas sobre COVID persistente a su Encuesta del Pulso de los Hogares. ¿Qué encontraron?
16 millones de americanos en edad laboral (de 18 a 65 años de edad) tienen COVID persistente actualmente. Esto equivale aproximadamente a una prevalencia del 8%.
De esos, unos 2-4 millones no están trabajando debido al COVID persistente.
El coste anual por salarios perdidos es de ~170-230 billones de dólares al año.
La prevalencia de COVID persistente severo se distribuye desigualmente por grupos raciales/étnicos y de edad.
Desde el punto de vista económico, el COVID persistente es un asunto importante en este país. El coste económico total es de 3,7 trillones de dólares en Estados Unidos, sin tener en cuenta los casos futuros.
Cambio en el riesgo
Al igual que el riesgo de muerte, el riesgo de COVID persistente parece haber cambiado con el tiempo.
En general, hay tres cosas que están reduciendo el riesgo de COVID persistente actualmente:
Vacunas. Hay un número de estudios que demuestran que las vacunas reducen el riesgo de COVID persistente. El problema es que esos estudios varían mucho en la estimación de la reducción: algunos dicen que las vacunas reducen el COVID persistente en un 85%, otros que en un 15%. La “verdad” está probablemente en un punto intermedio.
Paxlovid. Un estudio encontró que Paxlovid redujo el riesgo de COVID persistente en un 25%.
Omicron. Un estudio potente en Lancet encontró que la probabilidad de tener COVID persistente era significativamente menor después de la infección por Ómicron que por Delta.
Todo esto ayuda, pero no son estrategias a prueba de bala.
Por supuesto, cuanto más muta el virus para hacerse más contagioso, el riesgo de infección ( y por tanto de COVID persistente), aumenta.
Muerte por Covid persistente
El Centro Nacional de Estadísticas de Salud publicó antes de ayer el primer informe de mortalidad de COVID persistente. Los científicos comenzaron revisando más de 1 millón de certificados de muerte, fechados desde el 1 de enero de 2020 hasta el 30 de junio de 2022, y que indicaban COVID-19 como causa directa o interviniente de muerte. Después buscaron pistas de que el paciente tuviera COVID persistente buscando palabras como: “COVID crónico”, “COVID persistente”, “COVID de larga duración” o “Síndrome postCOVID”. ¿Qué encontraron?
3.544 muertes–el 0.3% del total–tenían algo escrito relativo a COVID persistente en sus certificados de muerte.
El COVID persistente alcanzó el pico máximo en junio de 2021 (1.2%) y en abril de 2022 (3.8%).
La tasa de mortalidad por COVID persistente fue más alta entre adultos mayores de 85 años, Indios Americanos o Nativos de Alaska no hispanos, y varones.
Una simple búsqueda de palabras como esta tiene grandes limitaciones, así que no haremos una aseveración causal. Fue más un análisis exploratorio para ver si “el COVID persistente” aparecía en los certificados de muerte. Mi intuición me dice que estas cifras son una gran estimación a la baja de las muertes por COVID persistente, pero puede que sea una sobrestimación. Se necesita más trabajo en este campo.
El aumento de muertes por SARS-CoV-2 no solo se limita a la enfermedad aguda
Estamos a merced del tiempo para ver el impacto de la infección por SARS-CoV-2 más allá de los síntomas, por ejemplo, los que dan los coágulos de sangre.
Un inquietante estudio de Lancet encontró que la gente infectada con SARS-CoV-2 tenía un riesgo tres veces mayor de morir en el año siguiente a la infección comparado con los que seguían sin infectarse. En los casos de COVID-19 de 60 años o más, el aumento de mortalidad persistió hasta el final del primer año tras la infección, y se relacionó con el aumento de riesgo de muerte por causas cardiacas y/o respiratorias.
Un informe australiano de exceso de muertes encontró algo similar.
Un informe de Singapur encontró también un aumento del exceso de mortalidad tras la infección (la gente sin infección reciente no tenía exceso de muerte adicional), sin embargo no se relacionó con eventos cardiovasculares.
Implicaciones
A nivel de población, está claro que la huella de SARS-CoV-2 se extenderá por décadas venideras. Pero lo que vaya a ocurrir se está debatiendo mucho, y hay dos tendencias entre los científicos:
Una parte cree que COVID persistente será un evento debilitante de masas y que definirá la economía de los países durante décadas.
Otra parte cree que el COVID persistente es real, muy debilitante para la gente que lo padece, pero, dado el cambio en el riesgo, no será un evento tan grande como para que la economía o los sistemas sanitarios del futuro fallen.
El tiempo dirá.
A nivel individual, valorar el riesgo de COVID persistente es extremadamente difícil. ¿Cuánto debería impactar mis decisiones diarias el COVID persistente? Para mí, es más fácil entender una amenaza nueva comparándola con amenazas familiares, como conducir. Hice esto usando las micromuertes hace unos meses, comparando el riesgo de morir por COVID-19 con, por ejemplo, el de morir por lanzarse en paracaídas.
Esto es lo que encontré (tengan en cuenta que estas son estimaciones aproximadas)
Conducir: El riesgo anual de tener un accidente de coche es de 1 por cada 30 al año. De esos accidentes, en el 43% es probable lesionarse. Y de los lesionados, el 10% quedan permanentemente afectados. Así que el riesgo anual de daño permanente por conducir es de 1 en 700 casos.
COVID persistente. El riesgo de tener una infección por Ómicron (asintomática y sintomática) al año es de ~1 de cada 2 (antes de Ómicron era de ~1 de cada 4). Si tenemos en cuenta que el 3% de las infecciones llevan a COVID persistente, y de esas, ~18% tendrán una enfermedad tan severa que no les permitirá trabajar, el riesgo anual de COVID persistente severo (incapacidad para trabajar) es de 1 de cada 370 casos.
Otras comparaciones anuales de riesgo:
Daño severo por incendio en casa: 1 de 20.000
Necesidad de cirugía reconstructiva por mordida de perro: 1 de 400.
Así que el riesgo de COVID persistente debilitante es el doble del riesgo de daño permanente por un accidente de tráfico. Es un riesgo mayor que el de lesionarse por un incendio en casa y más o menos el mismo riesgo que de necesitar cirugía tras ser mordido por un perro.
Por supuesto, la gente puede hacer muchas cosas para reducir todos los riesgos anteriores: abrocharse el cinturón de seguridad. Conducir menos. Asegurarse de que sus alarmas de incendios funcionan. No acercarse a perros que gruñen. Pero también tomamos a diario decisiones conscientes ( o no tan conscientes) que aumentan el riesgo: enviar un mensaje de texto mientras conducimos, desconectar una alarma que nos molesta sonando. Es un juego de malabares diario. Pero, al igual que hay multas de velocidad, normativas para señales de salida de emergencia de incendios, y leyes para sujetar perros con correas, hay iniciativas a nivel de política que pueden ayudar con el COVID persistente.
En resumidas cuentas
El COVID persistente es una enfermedad muy debilitante por la que millones de personas están sufriendo. Aunque el riesgo está cambiando, no sabemos lo que nos deparará el futuro.
Esto hace que tengamos que hacer malabares. Yo misma no quiero tomar ciertos riesgos en algunas circunstancias, pero sí los tomo en otras–como con muchas cosas que hago en mi vida, como conducir. Otra persona actuaría de forma diferente en mis circunstancias. Creo que van a pasar años hasta que se haga más fácil el calcular nuestras decisiones.
Love, YLE
Tu Epidemiólogo Local (YLE) está escrito por la Dra. Katelyn Jetelina, MPH, PhD— doctora en epidemiología y bioestadística, esposa y madre de dos niñas pequeñas. De día, trabaja en un comité de expertos en política sanitaria y por las noches escribe este boletín informativo. Su objetivo principal es “traducir” la ciencia de salud pública, en constante evolución, para que las personas estén bien preparadas para tomar decisiones basadas en datos científicos. Este boletín informativo es gratis gracias al apoyo generoso de los miembros de la comunidad YLE. Para contribuir a este esfuerzo, por favor suscríbase aquí.